De las piernas de Lulú al éxtasis de sus fantasías
Un nuevo cuento de la misteriosa Clara de Andrade. Esta vez es la misma Lulú pero sólo un pedacito de ella y de su privacidad. Twitter y mensajitos calientes en este microcuento lleno de rincones a más de 40º.
Desde hace varias semanas, todos los días, Lulú coge por dm (sí, así). Con un chabón que no conoce. Se armó una Lulú de fantasía que se calienta y calienta. Acaricia y es acariciada. Busca y es buscada. Toca y es tocada. Chupa y es chupada. Pide y responde.
No le responde a sus pedidos de fotos pero compensa la falta de imágenes con cataratas de palabras que la describen y la retocan como un photoshop que contentan a su lector.
Es tan perfecto que la Lulú de fantasía y el chico de fantasía acaban al mismo tiempo. Siempre. Y a veces hasta mirándose a los ojos. Así, toda intensidad.
Es una suerte de cadáver exquisito. Perfectamente bien escrito. Que excede el acto sexual en sí mismo. Y tiene un mundito de anécdotas compartidas, viajes planificados, y sonrisas. Si tuviera una banda sonora, ya sería una peli. O una serie de esas que te enganchan por todos lados.
Empezó con un dm de aplausos para esas piernas. Derivó en un viaje por el Egeo.
La Lulú y el chico de fantasía fueron a Mykonos. Se sentaron en la rambla, miraron cómo caía el sol sobre el mar. Chaparon. Cogieron. Todo eso en un par de sutiles pero exactos mensajes.
En el mundo real, a Lulú la calentura le atraviesa el cuerpo real. La atraviesa y le marca el cuerpo. La estremece. Y a fuerza de palabras acompasadas, Lulú acaba en cuerpo y mente.
Siente escritas en la piel todas las cosas que dicen que hacen. Son como grandes expresiones de deseo que terminan inundándolo todo. Tres palabras justas y el cuarto ya es un quilombo de humedad.
Casi todas sus fantasías son repeticiones de esos diálogos. Que se vuelven a extender de memoria en el cuerpo.
Recuerda cada detalle. Cada mirada escrita. Cada mano clavada en la espalda. Cada pierna que hace presión sobre la cadera.
A veces cree que se conocen. Que todo eso pasa en una realidad paralela y que cuando se vean, va a ser tan genial, perfecto y al unísono como lo es por mensajes.
A veces no. Cree que nunca se van a ver en una cama y le da nostalgia, pero eso no la nubla y, cada vez que le llega un dm, cada vez que ella ve ese pequeño sobre en la pantalla de su celular, se estremece y sonríe.
Sí de nuevo decía. Llegó la hora de coger.