En el último tempo ha sido recurrente la discusión en torno al problema de la restricción externa. Esto es, la dificultad de contar con las divisas necesarias para poder sostener el proceso productivo.

- ¿Por qué necesitamos esas divisas? Para sostener y profundizar un proceso de  industrialización por sustitución de importaciones, Argentina necesita importar o comprar muchos insumos, maquinas, herramientas y también bienes intermedios, que no se  producen localmente. La restricción externa deriva de una estructura productiva desequilibrada tal como sostuvo el  economista argentino Marcelo Diamand. Es decir, tenemos dos sectores con rentabilidades marcadamente diferenciadas. Por un lado, tenemos el sector agrícola, que es más rentable naturalmente y más competitivo internacionalmente y por otro lado, como contracara, tenemos al  sector industrial, que no es tan competitivo internacionalmente y por ende necesita de políticas protección.

- ¿Cómo impacta esta cuestión? Cuando se impulsan procesos de industrialización por sustitución de importaciones, lo que generalmente ocurre es que las importaciones crecen a un mayor ritmo que las exportaciones. Es decir, nuestro país gasta cada vez más divises en comprar bienes intermedios e insumos en el exterior para poder sostener el proceso productivo local que las divisas que le ingresan en materia de exportaciones o ventas al exterior. Esto, a un mediano y largo plazo, termina limitando las posibilidades de sostener el proceso económico. Otras cuestiones, muy importantes, que también inciden en la restricción externa tienen que ver, por un lado con los pagos en materia de deuda externa y por otro lado con la rendición de utilidades por parte de las empresas extranjeras o lo que algunos denominan, fuga de capitales.

- ¿Cómo se resolvió este problema en otras oportunidades? La receta ortodoxa, en general, buscó resolver este problema a través de políticas de devaluación que fueron acompañadas de procesos de “enfriamiento” de la economía a partir de reducción del gasto público y también recorte salariales. Se recurría a la devaluación porque generaba superávit comercial, es decir, las exportaciones se convierten más competitivas de manera internacional y por otro lado se reduce, se achica la posibilidad de importar porque el peso tiene menos valor. En los años 60 esto generó una dinámica de “Stop and Go”, donde las etapas de crecimiento  económico eran constantemente interrumpidas por la limitación de divisas para sostener el proceso económico.

Otras respuestas ortodoxas al problema de la restricción externa también han sido, por ejemplo, el impulso a la Inversión Extranjera Directa a través de la felxibilizacion de los marcos regulatorios y una mayor protección al capital extranjero. La Inversión Extranjera Directa, en general, provoca un ingreso inmediato de divisas, pero a mediano y largo  plazo una mayor salida de capitales en carácter de remisión de utilidades. Por otro lado, también se ha recurrido frecuentemente al endeudamiento externo, el cual termina generando fuerte condicionamientos políticos a la soberanía económica de nuestro país para poder definir su política de estado.

- ¿Qué paso en estos últimos diez años en relación al problema de restricción externa? Hubo un cambio estructural. En primer lugar se impulsó una clara política de desendeudamiento, por otro lado, se redujo fuertemente la distribución de dividendos y la remisión de utilidades y la fuga de capitales desde el año 2011. Por otro lado, se impulsó una clara política energética a través de la estatización de YPF, en Mayo de 2012 y finalmente se impulsó la exportación de Manufacturas de Origen Industrial.

Si bien hoy tenemos claros desafíos en lo que refiere a la industria electrónica de Tierra del Fuego, al sector automotriz y al sector energético, lo cierto es que la políticas impulsadas, en estos diez años, por el kirchnerismo han permitido reducir el peso de la restricción externa como límite para el crecimiento económico.