En una extensa entrevista con el diario La Jornada de México, Kicillof destacó, entre varios títulos, que "el capitalismo dinamitó todo".

El ministro de Economía habló de sus comienzos en la militancia, de qué le atrajo del kirchnersimo y de cómo cambiar el capitalismo dentro del capitalismo. Kicillof descartó que la emisión monetaria sea causante de inflación y pronosticó que en estos últimos dos meses del año se producirán mejores condiciones para negociar con los acreedores que decidieron no ingresar en los canjes de deuda argentina.

“Entré a la política en el centro de estudiantes de mi colegio, el Nacional Buenos Aires, con la llamada ‘primavera alfonsinista’. El centro era conducido por el Partido Comunista, que lo había mantenido en la clandestinidad. Apoyamos la orientación antimperialista de la juventud radical, y su aliento yrigoyenista, popular, vinculado al eje de la campaña: los derechos humanos. Aquello fue una explosión de militancia y ‘destape’”, confió Kicillof.

–¿Qué te llamó la atención del kirchnerismo?
–Muchos de los que hoy estamos en este proceso, advertimos que con Néstor Kirchner la política volvía a ser una posibilidad de transformación real frente a los poderes que la limitaban, sean militares o económicos. El propio discurso alfonsinista reconoció que la renuncia de Alfonsín fue un golpe de mercado.  


–¿Es posible luchar contra el capitalismo dentro del capitalismo?
–En 2003, cuando arranca este proceso, muchos intuimos que se venía una posibilidad de transformación real. Con el kirchnerismo renació la causa de los derechos humanos, y las potencialidades de un proyecto económico transformador. Pero no de lucha contra el capitalismo dentro del capitalismo. Creo que en los países periféricos –y no quisiera ahora abrir la clásica discusión sobre las etapas– hay que reconstruir el capitalismo. El desguace del Estado y de la economía habían convertido a nuestro país y los de América Latina en coto de caza de las finanzas, de los servicios, de reciclaje de los capitales de los países centrales y de una pérdida de las propias reglas de acumulación del capital. Habían dinamitado todo. Entonces, con base en los trabajadores, industriales y empresarios nuestro proyecto apuntó a la reindustrialización, ampliando la base productiva y tecnológica que permita la reproducción del capital, la inversión y, por sobre todo, la reconstitución de un mercado interno.



–¿El empresario argentino entiende la importancia de cambiar la matriz productiva del país?
–Ahí está el nudo. Al empresario que invierte, que toma riesgos, que siente apego por su país, el Estado tiene que brindarle una suerte de biosfera para que pueda prosperar. A los que en estos años apostaron a la inversión y la producción, les fue bien. La idea del empresario ausentista (como alguna vez fue el terrateniente ausentista), que junta un capital y lo resguarda en el exterior sacándolo del ciclo productivo, tuvo mucho que ver con el Estado ausente que no genera condiciones de estabilidad y de acumulación. Dicen que el gobierno no da seguridad jurídica, certidumbre, que no hay clima de negocios. Pero el Estado argentino ya no está colonizado por los empresarios. La etapa en que nos hallamos busca la reconstrucción del tejido social, de la clase trabajadora y de un sector empresarial auténtico.



–Como fuere, el proyecto es capitalista...

–Así es. Pero no un capitalismo rentista, de saqueo, extranjerizado y hostil a que Argentina crezca con base en su capacidad productiva, generando una mejor distribución de la riqueza. O sea: crecimiento con inclusión social. Algo que no marcha separado, sino que es la misma cosa. Durante décadas se nos dijo que primero había que crecer para después distribuir. Sin embargo, creo que en países como el nuestro es a la inversa: hay que distribuir para que, con base en el mayor poder adquisitivo de los salarios y la reconstitución del mercado interno, aparezcan oportunidades de inversión que permitan el crecimiento.



–¿La emisión genera necesariamente inflación?
–Sí y no. Esa es una de las discusiones más antiguas de la teoría económica. Mi tesis doctoral trató sobre Keynes, porque mis profesores aseguraban ser keynesianos. Pero nunca nos enseñaron a Keynes. En los años 90' hubo una colonización tal en la teoría económica, que en realidad eran todos monetaristas. Entonces, leo por mi cuenta la Teoría general del empleo, el interés y el dinero de Keynes, y encuentro que el inventor de la idea de que no hay proporcionalidad entre precios y emisión es Keynes. Un teórico monetario que explica que si yo emito más dinero, hay que ver qué se hace con él. Los monetaristas de la Escuela de Chicago –que fueron parte integrante de la dictadura militar– sostienen que el aumento de la emisión se refleja en los precios. Pero hay algo que no dicen: primero, que en ninguna economía periférica hay pleno empleo; segundo, que si hay más capacidad productiva se puede generar más empleo.



–Sin embargo, los monetaristas continúan defendiendo a brazo partido sus teorías…
–Y hasta yo podría decir que la teoría monetarista conlleva algo de realidad. Sin embargo, no la tiene. Porque cuando yo estudio, la tasa de desempleo era de 18 por ciento, y después alcanzó 25 por ciento. Así es que nadie me va a convencer de que la emisión no puede tener un efecto dinamizador sobre el crédito. En estos años recientes, Estados Unidos triplicó la base monetaria, y están en una situación deflacionaria. Y Gran Bretaña la quintuplicó. Por consiguiente, no hay una relación directa entre base monetaria y nivel de precios. ¿Por qué? Porque no hay pleno empleo. La gran mentira del monetarismo asegura que no se puede dinamizar el crédito, que no existe la política monetaria. Pero en Argentina sí existió con la convertibilidad y la dolarización que amputaron, dolorosamente, las atribuciones del Estado en su política económica y monetaria.


–¿Y el impacto de la emisión sobre la inflación?

–Podemos discutir el papel de la emisión en un proceso inflacionario. Indudablemente, hay mucho que discutir. Pero la premisa de que la emisión se va a precios, es mentira. En economía, nadie serio cree mecánicamente en la idea cuantitativa del dinero. Más bien se trata de un lema para impedir que países como el nuestro apliquen una política monetaria en su propio beneficio, y en beneficio de la producción y el empleo.


–Por último, ¿serán derrotados los fondos buitres?
–A finales de año, cuando desaparezcan los instrumentos que los fondos buitres han utilizado para la extorsión, habrá mejores posibilidades para dialogar con los acreedores que optaron por quedar fuera de la reestructuración de la deuda. El default más grande de nuestra historia fue causado por el neoliberalismo. Y lo arreglamos muy bien. Pero ahí apareció el pequeño grupo de abogados, más que de financistas, y un juez que se hizo eco de esto. Muchos gobiernos, entre ellos México, acompañaron nuestra posición, y mostraron buena disposición frente a un problema que no quisieran ver reflejado en el espejo de su porvenir.