Alejandro Vanoli: "Quisieron forzar una devaluación para su propio beneficio"
El presidente del Banco Central aclaró que no está contra los bancos, pero sí contra los abusos. "El 2 de enero no va a pasar nada", afirmó en relación con los fondos buitre.
El presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, rechazó que vaya a haber una devaluación, entre otros motivos, porque descree que sea una solución para mejorar la competitividad de la economía ni que exista hoy un problema de retraso cambiario.
El ex titular de la Comisión Nacional de Valores aseguró que el Gobierno no tiene en sus planes "una devaluación como la que quieren volver a forzar los sectores concentrados".
En una entrevista con el diario Página/12, afirmó que en los últimos meses "hubo un intento muy claro de algunos sectores que apostaron a una nueva devaluación de la moneda".
"Muchos bancos pretendieron instaurar una cotización implícita, un valor referencia al margen del oficial, como si se tratara de un banco central paralelo, desafiando el poder de la autoridad monetaria", evaluó, y agregó que "pese a una cosecha record y precios internacionales altos, la liquidación de divisas de cerealeras y aceiteras se redujo, también como una forma de debilitar al Gobierno. Pero los precios cayeron, no hubo devaluación y no les resultó buen negocio".
Respecto de sus primeros planes al frente del Central, Vanoli destacó que "lo primero es desalentar esas expectativas" de devaluación, y explicó que "se están tomando todos los pasos, no sólo para estabilizar el mercado cambiario sino también para generar las condiciones para acelerar la liquidación de los exportadores".
Entrevista Completa:
–¿A qué atribuye las presiones sobre el mercado cambiario? ¿Lo caracterizaría como una corrida?
–Hubo un intento muy claro de algunos sectores que apostaron a una nueva devaluación de la moneda. Muchos bancos pretendieron instaurar una cotización implícita, un valor referencia al margen del oficial, como si se tratara de un banco central paralelo, desafiando el poder de la autoridad monetaria. Por otro lado, pese a una cosecha record y precios internacionales altos, la liquidación de divisas de cerealeras y aceiteras se redujo, también como una forma de apuesta para debilitar al Gobierno. Pero los precios cayeron, no hubo devaluación y no les resultó buen negocio.
–¿Qué se va a hacer frente a ello?
–Lo primero es desalentar esas expectativas. Desde los distintos organismos de regulación estamos trabajando para desarmar los factores que estimulaban esas expectativas. El resultado de las señales que envió el Ejecutivo, en estos días, fue que el precio de la divisa por “contado con liquidación” (operaciones de triangulación con pesos, bonos y dólares) se redujo dos pesos en quince días. Se están tomando todos los pasos, no sólo para estabilizar el mercado cambiario sino también para generar las condiciones para acelerar la liquidación de los exportadores.
–¿Su designación responde a esa nueva impronta?
–Quien esta aquí (se refiere al lugar que ocupa al frente de la autoridad monetaria) no está puesto por el mercado o el sistema financiero. También es fundamental en esta instancia la buena relación que tengo con el ministro de Economía, con el que estamos en la misma sintonía, pese a las peleas que ya están tratando de inventarnos. Estos cambios expresan una decisión del Gobierno de que toda la estructura del gabinete económico trabaje coordinadamente al servicio del Estado y ponga coto a los abusos del sector financiero. Que yo esté acá tiene que ver con ese pedido de coordinación entre distintas áreas.
–Hay analistas y empresarios que sostienen que hay retraso cambiario. ¿En qué medida es atendible el reclamo?
–No es así. Si tomamos el tipo de cambio multilateral real, deflactado por el índice de salarios, para evitar discusiones por el índice de precios, nos da que estamos por encima no sólo respecto de diciembre de 2001, en un 50 por ciento, sino además contra la corrección cambiaria del mes de enero de este año, en un 7 por ciento. Aun cuando casi todos los sectores económicos, desde enero, intentaron trasladar ese ajuste en su totalidad a los precios.
–¿Cómo evalúa la devaluación de enero?
–En un país que no sea la Argentina, se entiende que una corrección cambiaria podría ser un mecanismo para mantener la competitividad. Pero con la idiosincrasia argentina, con una devaluación como la que quieren volver a forzar los sectores concentrados, todo lo que aumente el tipo de cambio será acompañado por un aumento de precios, pese a los esfuerzos que haga el Estado para evitar abusos. Gran parte del margen de la devaluación de enero fue absorbido por estos aumentos. Entre 2001 y 2002 fue distinto, se pudo dar otro resultado con una megadevaluación (el tipo de cambio de 1 a 1 pasó a 1,40 peso, y pocos meses después a 3,60) porque había un desempleo del 24 por ciento. No se trasladó a precios porque no había consumo ni masa salarial que lo absorbiera. Fue el único caso en que hubo “ganancia de competitividad”.
–Algunos analistas estiman que las reservas cerrarán este año en el orden de los 25 mil millones de dólares. ¿Usted qué cree?
–Hay una disposición muy clara del Gobierno de que las reservas están para ser usadas. El Gobierno no tiene ningún temor, en una situación tan particular como la actual, en pagar deuda con reservas. Una estimación del orden a los 25 o 26 mil millones no toma en cuenta un incremento en la liquidación de los exportadores como la que estamos previendo para el cuarto trimestre. Tampoco toma en cuenta que se active el swap con el Banco Popular de China, que estimamos que esté operativo en el transcurso de noviembre. Terminaremos el año con un stock de reservas cercano al actual.
–¿Cómo se sortea la restricción externa sin la posibilidad de acceder al mercado?
–Economía anunció esta semana un bono dollar-linked para aseguradoras, bancos o empresas (cotiza y se recupera por el valor del dólar oficial a su vencimiento). Esto es una respuesta a las dudas que plantean los buitres sobre cómo cerraremos el programa financiero y monetario. Lo que acordamos con el Ministerio de Economía es un esfuerzo compartido. Economía se financia y colabora en absorber pesos. De esta manera, no sólo lo hace el Banco Central licitando las letras (Lebac, que absorben la sobreliquidez de los bancos). Entre los adelantos y utilidades que le transfiere el Banco Central y lo que el propio Tesoro de la Nación toma de organismos internacionales, puede cubrir sus necesidades y se mantiene estabilizada la relación deuda/PIB.
–¿Le preocupa que la emisión de pesos pueda estar generando una mayor inflación?
–La realidad ha demostrado que esas interpretaciones mecánicas del monetarismo son una falacia. En la Argentina, la inflación es multicausal. En nuestro caso, la emisión monetaria no es un factor central, debido a que el país tiene un muy bajo nivel del crédito –equivale al 13 por ciento del PIB–, lo que reduce la propagación de la emisión de pesos hacia una mayor circulación monetaria y, en consecuencia, impulse la suba de precios. Los canales de transmisión de la política monetaria en el país son muy débiles.
–¿Por qué sigue habiendo inflación en Argentina?
–La inflación tiene causas reales y también por expectativas, pero no monetarias. En una economía altamente concentrada, gran parte de las causas de la inflación tienen que ver con la capacidad de manejar los márgenes de ganancias de los grupos dominantes. Es lo que pasó en enero. Lo normal es que los productos aumentasen de precios de acuerdo con el componente importado. Acá, en cambio, el comportamiento es como si todo tuviese precio en dólares, y si la devaluación es de equis por ciento todo sube equis por ciento. Además, en muchos casos, el crecimiento de la oferta no acompañó el ritmo de crecimiento de la demanda y entonces se dieron las condiciones para abusos en los márgenes de ganancia.
–¿Con qué criterios van a manejar la emisión monetaria y las tasas de interés en lo que resta de este año?
–La emisión monetaria está creciendo al 20 por ciento y son niveles alineados a lo que sería el corredor de tasas de interés que estamos definiendo. Nosotros subimos un poco la tasa de pases y mantuvimos la tasa de interés de las Lebac, que cobran los bancos, entre 26 y 29 por ciento. Pero decidimos subir fuertemente la tasa de depósitos que los bancos le pagan al público. Por un lado había todo un discurso ortodoxo de que se debía subir la tasa de interés, pero los bancos bajaban las tasas pasivas para mantener sus márgenes de ganancias.
–Pero buscar una mayor compensación a los ahorristas en pesos, al mismo tiempo que se mantienen en el 26 al 29 por ciento los pisos de tasas activas a través de las letras que el Central les paga a los bancos, ¿no opera como un freno a la recuperación de la economía?
–Obviamente, a ninguno de nosotros nos gustan las tasas altas, pero hay que entender el contexto. En un momento en que te quieren armar una corrida, temporalmente habrá que convivir con tasas altas para revertir estas expectativas. De todos modos, la ganancia de los bancos, medida como retorno sobre activos, subió del 2,7 por ciento en 2011, a 2,9 por ciento en 2012, 3,4 por ciento en 2013 y está en 4 por ciento en 2014. Además, ya tuvieron una ganancia extraordinaria este año por la devaluación, que el Banco Central les permitió. Tienen buena rentabilidad, pueden mejorar el rendimiento que les pagan a los ahorristas y darles mayores facilidades a los tomadores de crédito. El sistema está sólido, con liquidez y baja mora.
–¿Va a regir algún tipo de restricción a la venta de divisas a importadores?
–No. Sólo estamos controlando. Con la expectativa de devaluación, lo que pasó es que muchos adelantaban los papeles (trámites) de importación, pero hubo casos que sólo cerraban cambio (la compra de divisas) y no la operación (la importación física del producto). También encontramos supuestas operaciones inmobiliarias que se armaban como pantalla, por la cual se hacía figurar la compra de un inmueble a una persona en el exterior que, en realidad, se utilizaba como mecanismo para girar divisas. Sobre todo eso se está trabajando.