Este domingo retrocedimos un par de casilleros en lo que busca y nos tiene acostumbrados este equipo. Sin ir más lejos, el técnico reconoció que fue uno de los peores partidos desde que asumió. Lejos estuvimos de ser aquel conjunto que presiona y ataca constantemente en el Monumental, que de la intensidad hace un culto y que se destaca por su solidez defensiva. Dejamos una deuda grande de fútbol, más allá del resultado.

El primer tiempo fue muy flojo. Nos faltó fluidez, asociación y ritmo. Durante gran parte de los 45 minutos, los receptores no se movían ni generaban el espacio, los volantes no rompían y pisaban el área –apenas ocurrió una o dos veces– y sólo se pateó al arco en un par de ocasiones. Cualquier similitud con el partido del pasado jueves en la altura no creo que sea una casualidad, sino una causalidad. Es probable que el equipo haya sentido el desgaste por el esfuerzo en Oruro.

Y en la segunda mitad llegó el desconcierto defensivo. A un equipo del nivel y con las aspiraciones que tiene este River no le pueden empatar dos veces en su cancha. Es inadmisible. Algo que me llamó la atención fue lo largo que estábamos. En lugar de juntar las líneas y reducir los espacios, se los otorgábamos a Quilmes. No sólo eso, sino que a la hora de marcar, no se marcaba. El mejor ejemplo es el primer gol de la visita. Primero miraron como Buonanotte y compañía tocaban hasta llegar al área. Luego, los centrales retrocedieron en vez de achicar, presionar y bloquear el remate. Para colmo, Barovero tuvo una reacción muy pobre. Y el segundo gol ‘cervecero’ fue un homenaje a la desconcentración.

Todas las mencionadas son características a las que no nos tiene acostumbrados el equipo de Gallardo. A propósito, pocas veces se lo vio tan angustiado y preocupado al entrenador. Su cara y sus gestos me hicieron recordar al partido ante Olimpo del torneo pasado, que también fue empate.

Una buena para decir del 'Muñeco': los cambios que realizó en el entretiempo. Llamativos, pero efectivos. Al equipo le faltaba velocidad y profundidad, para eso puso en cancha a Mayada y Martínez –una lástima su lesión–. El uruguayo estuvo muy activo y terminó siendo uno de los mejores. El otro cambio (Ponzio), entró y colaboró con un gol. Pero, sin dudas, el más destacado de River fue Teófilo Gutiérrez por cada una de sus intervenciones.

Tenemos que mejorar mucho para ser el equipo del año pasado, no sólo en la intensidad, sino también en la solidez defensiva. Para ello, los muchachos tendrán que levantar su nivel. Mucho se habla de ganar la Libertadores, pero hay que saber que el partido más importante siempre es el inmediato, el próximo. Esperemos que lo que vimos este domingo haya sido sólo una mala tarde.