“La situación es más o menos asi: Desde que tengo uso de memoria veo los partidos con mi viejo. Todos los partidos con mi viejo. Uno de los 2 se encarga de preparar el mate unos 15 min antes de cada partido y el otro se va a comprar unos criollitos o galletas (dependiendo la hs)”, escribió Dani Valencia, el hijo de La Rana -campeón del mundo en nuestro país en 1978- que rechazó una invitación de la FIFA para ver la final del mundo.

El conmovedor relato, completo

Hemos visto desde algún regional hasta Champions sin escala. Los domingos son tan lindos porque arrancamos temprano y -encima- en el medio clavamos un asado. Nunca importó mucho el partido, es cierto. Pero cuando este era un poco más importante ya la situación cambiaba.

Porque ya no era bajar 15 min antes a preparar el mate. Si el partido es importante, el rito comienza antes. Que si este juega va a hacer la diferencia, que aquel otro no puede jugar, que ojo el 5 que viene bien, etc. Ahora bien, no se confundan porque de tácticas como tal, no.

El fútbol para nosotros siempre fue un juego, y los estudiosos y dibujadores de pizarrones y fichitas siempre nos han sido esquivos. No porque los ignoremos, en absoluto. Pero si trata de disfrutar el juego como tal, en esencia, tratamos de fijarnos en otras cosas.

Por todo esto es que los mundiales no solamente son especiales por todo lo que implican, sino también porque nos permiten disfrutar de los mejores del mundo durante todo el dia. Porque nos faltan termos para todo el mate que tomamos y porque en casa no se habla de otra cosa.

Tweet de Dani Valencia

Ayer el destino, la vida y Messi quisieron que volvamos a jugar otra final del mundo. Es la segunda que vivo. Nací en el 94 así que la primera vez que jugamos una final de un mundial en mi retina, fue en el 2014. Sin un desenlace feliz.

Esta mañana le llegó a papá una invitación de la FIFA. Invitado de honor para presenciar la final del mundial. Yo - claramente - escandalizado, por poco haciéndole el bolso y llevándolo al aeropuerto. Lo que ocurriría sería algo mucho más digno de el.

Su respuesta fue que agradecía la invitación pero que no podía asistir porque tenía un compromiso. No puedo explicar mi enojo, es el lugar en el que todos quisiéramos estar. Claramente se lo reclame

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Y ahí entendí y me terminó de cerrar todo. La rana que no quiso quedarse a festejar el mundial que ganó para ir a darle un abrazo a su madre, decidió no ir a Catar porque es el tipo con el corazón más noble que conocí en la vida. Así que ya voy preparando el mate para el domingo.