El intenso calor y la humedad de Asunción parecían ser la kriptonita perfecta para derrotarnos y cortar la larga racha de 24 partidos invictos. En una noche donde no nos salían las cosas y Libertad estaba a punto de pegarnos el tiro de gracia, pasó lo impensado. La fortuna, el azar o como quieran llamarlo nos sacó a flote.

En el momento más crítico del equipo de Gallardo, el estadio Nicolás Leoz quedó huérfano de luz. Como un regalo del cielo, un apagón tremendo interrumpió el partido de la forma menos pensada durante casi media hora. Tiempo suficiente para bajar los decibeles, acomodar las ideas y que el DT reorganice a sus jugadores en el campo.

‘Rorro’ López nunca tuvo tanto tiempo para pensar adonde iba a ejecutar el penal. Cuando todos los riverplatenses hacíamos fuerza para que Barovero se redimiera de su error, el ex Vélez la tiró afuera. Puño apretado y un alivio grande. A partir de allí, comenzó otro partido.

Y en medio de la oscuridad, apareció el fútbol y la grandeza de River. El equipo tuvo ese cambio de aceite necesario y encaró el partido con otra energía tras el apagón. Una buena jugada colectiva, el esfuerzo interminable de Funes Mori y la picardía de Sánchez fue la fórmula para conseguir el empate. Pero otra vez la tecnología falló y se detuvo nuevamente el juego.

A esta altura nadie sabía cuándo iba a terminar el encuentro. Mientras los dirigentes ya estaban en el campo diagramando una reprogramación, Gallardo juntó a Driussi y a Gio Simeone para decirles que ellos le iban a dar luz al partido. Y así fue.

Como viene pasando a lo largo del semestre, los cambios del técnico tuvieron efecto inmediato. Los pibes del club ingresaron y le cambiaron la cara a River. Primero fue Driussi, tras una excelente habilitación de Mora. Tan sólo unos minutos después la ecuación se repitió. Esta vez, fue Pisculichi quien habilitó magistralmente a Gio, para que el ‘Cholito’ convierta y se saque la mufa.

En un partido muy difícil de jugar (y de analizar) por todas las circunstancias extrafutbolíticas, el campeón sacó a relucir su gran espíritu y se trajo una diferencia casi definitoria. Uno se imagina que con ‘Teo’ y Vangioni, las cosas no van a estar complicadas en la vuelta. Pero los partidos hay que jugarlos, claro.

Como hinchas, nos pone muy feliz ver a un River que se hace grande en todas las canchas, se sobrepone a las dificultades y no renuncia a su esencia. Se sabe, este año vamos por todo.