Atlético de Rafaela le ganó 2-1 a Lanús y tomó un poco de aire luego de comenzar el torneo perdiendo ante Independiente. El resultado no es justo, ya que sobre el final los visitantes tuvieron muchas chances de lograr la igualdad. Sin embargo, a la hora de la verdad, los delanteros granates -en especial Lautaro Acosta- no estuvieron a la altura de las circunstancias.

Antes de la apertura del marcador, si bien Rafaela tenía más la pelota e insinuaba más, las llegadas a los arcos habían sido pocas y parejas. A Lucas Albertengo le negó el festejo Agustín Marchesín tras un disparo al primer palo, mientras que Acosta se lo perdió debajo del arco rival luego de una gran jugada colectiva.

En los últimos quince minutos del primer tiempo, desde el grito de Rodrigo Depetris hasta la finalización, los dos quisieron pero no pudieron. Y en ese ítem, el más claro fue el conjunto rafaelino a partir de la circulación de la pelota. Lanús fue pura impotencia.

Y la segunda parte comenzó con el mismo protagonista dominando la escena: Atlético de Rafaela aumentó la ventaja antes del primer minuto de juego. Tras un centro largo y al ras del piso, Lucas Albertengo solo tuvo que empujarla al fondo del arco.

Hasta que reaccionó el Granate. Como si le hubieran tocado el orgullo, el equipo visitante salió a, por lo menos, descontar. Acosta desperdició dos situaciones clarísimas debajo del arco -una dio en el palo-, y Jorge Ortíz rompió el travesaño con un fortísimo remate desde 25 metros. Pero finalmente llegó el gol: Silvio Romero, tras un tiro de esquina, convirtió con el arco vacío.

El desarrollo del juego, durante los últimos veinte minutos, se jugó en el campo de Rafaela. El local no podía salir porque el Granate lo avasallaba a partir de la importancia que tenía este partido: si Lanús ganaba, luego del triunfo inicial ante Belgrano, saltaba a la punta. Pero la Crema aguantó y tomó aire. Con todo lo que ello implica.