“Está para jugar 25 minutos”, había avisado Roberto Mancini. Carlos Tevez era indultado definitivamente por el técnico del Manchester City y esperaba su oportunidad en el banco. Y el partido, que no fue el deseado por el equipo celeste, se presentó ideal para que el Apache volviera a hacer de las suyas. En este caso, de las buenas.

El Chelsea, que no había hecho nada, de pronto se encontró 1 a 0 arriba gracias a una jugada afortunada. Entonces sí, se venía el momento Tevez. Ni más ni menos que cuando faltaban los 25 minutos que había anunciado, el entrenador lo mandó a la cancha. El estadio lo recibió con tímidos aplausos por un lado y tímidos silbidos por el otro. Nadie quiso dar un veredicto definitivo. Ni lo consideraron el salvador ni lo crucificaron. Los hinchas le dieron la chance de que demostrara en la cancha.

Y eso hizo Carlitos. Falto de ritmo y de velocidad, se la rebuscó para no complicarse, para tocar de primera y no hacer más que lo que su físico le permitiera. Pero claro, al fútbol también se juega con la cabeza... Al cabo, los tres argentinos del City iban a ser vitales en la remontada. Primero Zabaleta, quien mandó un centro que Essien paró con la mano. Agüero se hizo cargo del penal y 1 a 1. Sin embargo, el empate no era suficiente para el City, que necesitaba la victoria para no perderle pisada al Manchester United, que el fin de semana le arrebató la punta. Y ahí, a falta de cinco minutos, fue cuando apareció el talento de Tevez, sin necesidad de moverse. Nasri lo buscó y el Apache, de espaldas al arco y con un hombre encima, aguantó la pelota, giró y le devolvió la pared al francés dejándolo solo con el arquero. El ex Arsenal la picó y fiesta en una parte de Manchester. Con Tevez otra vez como protagonista.