La derrota como local en el clásico de Madrid ante Atlético golpeó fuerte en el orgullo de los hinchas del Real, que no estaban acostumbrados a irse derrotados de los derbies, hasta que la llegada de Diego Simeone al Colchonero emparejó las cosas.

Y esta bronca se potenció en la mañana del lunes, cuando el galés Gareth Bale, uno de los más cuestionados del equipo, salió del entrenamiento y no quiso frenar a firmarles autógrafos a los hinchas. ¿Qué sucedió? Los fanáticos le patearon el auto al volante, que huyó tan rápido como pudo.