México y Croacia definieron su futuro mundialista en un partido a todo o nada: el que perdía, sabía que se volvía directo a su casa. Sin embargo, desde las intenciones en el campo de juego fue solo el conjunto azteca el que estuvo a la altura de las circunstancias. Los croatas tiraron a la borda en 90 minutos todo lo bueno que habían realizado en sus dos primeros partidos.

Hasta los diez minutos iniciales se repartieron la pelota en el mediocampo a partir de las imprecisiones de los futbolistas de ambos lados, quizá condicionados por el tenso contexto. Está claro que la obligación por ir en busca del triunfo no la puede sobrellevar cualquiera. Y menos en un Mundial.

Sin embargo, las situaciones de gol no escasearon. Primero fue Croacia que estuvo cerca de abrir el marcador a partir de un tiro de esquina, pero Guillermo Ochoa respondió con sobriedad. Y México respondió al instante: a los 15, Héctor Herrera estrelló un zurdazo en el travesaño, insinuando lo que se vendría.

Con el pasar de los minutos, los equipos se empezaron a animar a más a partir de lo que iba sucediendo en el otro partido del grupo: Brasil ganaba y eso obligaba a Croacia a triunfar para no quedar eliminado; después empató Camerún, y esto hacía que hasta los locales puedan quedarse afuera de la Copa. Así terminó la primera etapa, con más insinuaciones que riesgo en los arcos.

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