La selección de Samoa juega con 10 hombres y una delantera
Jaiyah Saelua es el primer transexual que juega en una selección internacional. Es de Libero de Samoa, juega como defensor y la rompe.
Se llama Jaiyah Saelua y es el primer transexual que juega en una selección internacional. Obviamente no es argentina, ella es del líbero de Samoa americana y juega un equipo con una historia única.
La selección de la isla de Samoa americana, que es colonia de EEUU en el Pacífico Sur y uno de los 17 territorios no autónomos que reconoce la ONU, se hizo conocida en el año 2001 por el “mérito” de ser el peor equipo de fútbol del mundo con 30 derrotas y 229 goles en contra. Ese mismo equipo tiene hoy a una jugadora trans que la mueve.
Ella juega como defensor central y, según el periodista Mariano Mancuso de Un Caño, lo hace con la fiereza de un stopper del Ascenso y “con los delicados movimientos de una bailarina”. La historia de este particular equipo la cuenta un documental británico “Gol gana” (Next Goal Wins en inglés), que fue presentado en abril en el Festival de Cine de Tribeca. La idea era mostrar cómo un grupo de futbolistas amateurs, intentan romper con “la mentalidad perdedora” y lograr hacer un gol.
En uno de los deportes más machistas del mundo, ser trans y ocupar un rol tan importante no parece tener tanta relevancia o polémica como sucedería en muchas partes el mundo. Jaiyah no es hombre ni mujer es un tercer sexo en la cultura samoana que se llama fa’afafine, algo así como “a la manera de la mujer”. Lista y llanamente, un transexual. Ellas, en la mayoría de las islas polinésicas están integrados a la comunidad., tienen roles sociales determinados y son figuras destacadas de la cultural local.
Jaiyah Saelua, empezó a jugar al fútbol a los 11 años. Le iba tan bien en ese deporte que a sus 14 años se probó en la Selección y quedó. A los 15 hizo su debut internacional en un partido de Eliminatorias para Alemania 2006.
Su identidad sexual se afirmó en el secundario. “Conocí otros transexuales y se hicieron mis mejores amigas. Aprendimos unas de otras y eventualmente se lo contamos a nuestras familias y amigos”, sostiene. En Pago Pago, la capital de Samoa americana en la que vive, nunca fue un problema ser fa’afafine. Pero según Mancuso, la historia fue otra cuando se fue a estudiar una carrera universitaria a EEUU. “Me quise probar en el equipo de fútbol de la Universidad de Hawaii. La prueba era a las 5 de la mañana y a las 5.15 ya me estaba yendo a casa. Durante el calentamiento, el entrenador me llevó a un costado y me dijo que no querías poner a sus jugadores en una posición incómoda. Ni llegué a mostrar lo buena que era. Me fui a casa, lloré un montón y seguí adelante”, comentó.
En el verano de 2011 Jaiyah regresó a Pago Pago para pasar las vacaciones con su familia y le ofrecieron volver al equipo nacional. “Ni sabía que estaban entrenando. Me crucé con uno de los jugadores cuando estaba de compras y me dijo que fuera a la práctica. Ni siquiera tuve que probarme. Me tomé un semestre y me quedé para jugar”.