El VAR llegó al fútbol con la idea de traer justicia y achicar el margen de error, y lo cierto es que en gran medido lo logró. Lo que no pudo es eliminar la discrecionalidad porque este es un deporte donde hay muchas faltas que se deciden por apreciación del árbitro y allí entra a tallar la subjetividad.

Aunque hay veces que hay prácticamente unanimidad sobre una jugada, en otras las opiniones son dispares y es difícil saber realmente qué se debe cobrar. 

Una de ellas ocurrió en Santiago del Estero, en el empate entre Central Córdoba y Gimnasia y Esgrima La Plata, donde el defensor local Pereyra le entró con dureza a Lezcano en el momento en que disparaba dentro del área, y ni siquiera llamaron al árbitro Merlos para que la revisara.