La dura historia de Roa, el arquero del Mundial 98, que se retiró en su mejor momento
'Lechuga', héroe en Francia 98 para eliminar a Inglaterra, contó su derrotero en un medio colega. Vale la pena repasar su vida.
TyC
Todos recordamos a Carlos Roa por haberse convertido en héroe en aquella serie de penales en la cual Argentina eliminó a Inglaterra en el Mundial de Francia de 1998. Pero no todas fueron cosas positivas en la carrera del hoy entrenador de arqueros del cuerpo técnico que encabeza Matías Almeyda, casi que todo lo contrario. Debutó en Racing, contrajo una enfermedad desconocida en una gira por África, se recuperó y fue campeón con Lanús. Se consolidó en Europa y jugó un Mundial, y en el mejor momento de su carrera decidió retirarse para dedicarse a la religión. Cuando decidió volver, un cáncer de testículos lo obligó a seguir luchando. Lechuga, como todos lo conocen, contó su historia.
En agosto de 1990, dos años después de haber debutado en primera división con la camiseta de Racing, se contagió de malaria en una gira del equipo por África. “Fui el único que volvió contagiado. Acá a la enfermedad se la desconocía. Al regresar, a los pocos días jugamos un partido con Unión y me empecé a sentir muy mal, con mucha fiebre. Nadie entendía nada en el país del tema, tuve que estar un mes internado en un hospital. Pensé que no iba a poder volver a jugar, pero gracias a mi fe pude salir adelante”.
Después de recuperarse, se fue a jugar a Lanús en busca de continuidad. Con la camiseta del Granate logró conquistar la Copa Conmebol en 1996, histórico primer título internacional para el club. Su gran rendimiento le permitió que Héctor Cúper, el director técnico en aquella consagración, lo pida como refuerzo del Mallorca tras su llegada como entrenador al conjunto balear.
Ya consolidado en España, Daniel Passarella le dio la oportunidad de ser el arquero titular en la Copa del Mundo de Francia 98´. “Esa fue una de las grandes selecciones que pasaron por el país. Antes de arrancar la serie de los penales ante Inglaterra, Passarella se me acercó y me dijo ´ey, mirá que la tenemos que ganar eh´. Ahí se me vino el mundo abajo, me puso una mochila de 50 kilos, pero terminó siendo una gran satisfacción porque mi nombre quedó escrito en la historia del fútbol argentino y siempre será recordado”.
Cuando estaba en el mejor momento de su carrera y el Manchester United se había interesado en él, decidió retirarse del fútbol y dedicarse a la religión, para sorpresa de todos. “En ese tiempo yo estaba muy apegado a la religión y el estudio de la Biblia. Fue una decisión difícil de tomar pero a la vez meditada y consensuada con la familia. Ocurrieron ciertas cosas que nunca se van a saber porque son personales y solo las pude hablar con las personas mas íntimas. Se dijeron muchas cosas en aquel entonces por desconocimiento y me tildaron de miles de cosas. La gente del club pensó que yo iba a retroceder y que lo mio era pasajero, pero terminó siendo una pálida para ellos porque además pensaban recuperar mucho dinero con esa transferencia que se estaba por dar. Hoy pienso que a nivel espiritual fue una decisión muy buena, pero en lo deportivo no porque yo me alejé del fútbol en el mejor momento de mi carrera y podía haber progresado muchísimo, con grandes contratos y la posibilidad de jugar en Inglaterra. La gente nunca lo va a entender. En aquel entonces me volvieron loco, me llamaban de todos lados y por mas que yo tratara de explicar mi decisión era muy difícil que entendieran”.
Luego de seis meses sin jugar, decidió volver al fútbol, y cumplir su contrato vigente con el Mallorca. Al tiempo pasó al Albacete de la segunda división de España. Tras lograr el ascenso con el club, la vida le tenía preparado otro desafío. “Poco tiempo después de volver al fútbol recibí otra pálida, otra cachetada. Tuve cáncer de testículos, y por suerte lo pude contar. Me abrieron la panza y me sacaron tres tumores, del tamaño de una pelota de tenis. Es una enfermedad de mierda, que te consume y que hace que tu familia sufra como una condenada. Era muy joven y lo tuve que afrontar con la ayuda de mi esposa y mi madre que viajó para España. Tuve que hacer casi tres meses de quimioterapia, llegaba a mi casa después de las sesiones y estaba toda la semana en cama, y tenía que tomar 10 pastillas por día”.
Para terminar su carrera decidió volver a Argentina y jugar una temporada en Olimpo de Bahía Blanca, que en aquel entonces no logró mantener la categoría. Tras su retiro, y luego de algunas experiencias por el interior del país, se sumó al cuerpo técnico de Matías Almeyda como entrenador de arqueros, y lo acompaña desde que el Pelado arrancó su carrera dirigiendo a River en la B Nacional, hasta la actualidad en San José Earthquakes de los Estados Unidos. “Somos un grupo que mezcla jóvenes con algunos de experiencia. Tenemos tiempo para seguir mejorando como cuerpo técnico. Nosotros siempre apoyamos las decisiones de Matías como cabeza de grupo, él a futuro analizará si quiere dirigir a una selección o en Europa, pero nosotros siempre vamos a acompañarlo”.