En una conferencia realizada en México, Agassi explicó el fondo de su biografía "Open: Memorias" y expresó su más profundo rechazo al tenis cuando era jugador. Obligado por su padre a entrenar desde muy joven con el objetivo de llegar a lo más alto, el norteamericano confesó cómo se sentía fingiendo en la pista cada vez que celebraba una victoria de un deporte por el que no tenía el más mínimo apego, publicó el diario El Confidencial.
“No empecé en el deporte por elección, yo odiaba el tenis con toda mi alma y lo odié la mayor parte de mi carrera. Tenía que golpear miles de bolas cada día porque mi padre tenía la idea de que nadie me iba a ganar si entrenaba más que nadie. Mi padre era muy intenso. Yo sólo tenía ocho años y era una carga que me hundía. Ese resentimiento me acompañó durante toda mi carrera”, dijo el ganador del ocho Grand Slam.
No obstante, a la par del odio también se encontraba el talento natural del nacido en Las Vegas. El intenso entrenamiento que llevó a cabo diariamente en sus primeros años le permitió ser profesional a la edad de 16. Junto con sus cualidades natas, Agassi tuvo en sus manos todo para triunfar, llegando a lo más alto de la cima de la ATP, llegando a convertirse en número 1 del mundo con 25 años. Con 101 semanas como mejor jugador del mundo, es el noveno de la historia en el ránking liderando el tenis mundial.
Sin embargo, a pesar de los triunfos Agassi no sentía la más mínima felicidad en lo que hacía: “Mi padre me vendía como el número uno y, cuando llegas ahí, no te queda nada por lo que seguir peleando. Era el número uno más infeliz del mundo, prefería ser el 141º. Cada vez que salía a jugar, sentía que estaba fingiendo”, dijo el norteamericano.
Fuertes palabras viniendo de quien desde hace más de dos décadas ha sido un referente para miles de aficionados al tenis.
El padre de Agassi, Emmanuel Aghassian, participó en los Juegos Olímpicos de 1948 y 1952 como boxeador representando a Irán y, desde entonces, tuvo claro que hacer en el momento de tener un hijo. Así, basado en la disciplina, el trabajo y el esfuerzo diario, el joven Andre Agassi se convirtió en el proyecto personal de su progenitor y fue condenado a entrenar a diario para enfocar su vida hacia un deporte que odiaba y que, irónicamente, le permitió ser el mejor.
Tras su retiro en 2006, Agassi creó una fundación para ayudar a miles de niños alrededor del mundo, compromiso con el que –a diferencia de sus obligaciones como jugador– se siente pleno y feliz. “Decidí tomar mi elección y darles educación a los niños, un compromiso para no fallarles, así los colores de la vida del tenis empezaron a cambiar y me di cuenta de que había algo bueno”, agregó.

El estadounidense de 45 años, brindó una conferencia de prensa en México, explicó el fondo de su biografía "Open: Memorias" y expresó su más profundo rechazo al tenis cuando era jugador.

Obligado por su padre a entrenar desde muy joven con el objetivo de llegar a lo más alto, el norteamericano confesó cómo se sentía fingiendo en la pista cada vez que celebraba una victoria de un deporte por el que no tenía el más mínimo apego.

"“No empecé en el deporte por elección, yo odiaba el tenis con toda mi alma y lo odié la mayor parte de mi carrera. Tenía que golpear miles de bolas cada día porque mi padre tenía la idea de que nadie me iba a ganar si entrenaba más que nadie. Mi padre era muy intenso. Yo sólo tenía ocho años y era una carga que me hundía. Ese resentimiento me acompañó durante toda mi carrera", dijo el ganador del ocho Grand Slam.

El ex número uno del mundo confesó las presiones que isntió y dijo que "“mi padre me vendía como el número uno y, cuando llegas ahí, no te queda nada por lo que seguir peleando. Era el número uno más infeliz del mundo, prefería ser el 141º. Cada vez que salía a jugar, sentía que estaba fingiendo”, dijo el norteamericano.

El padre de Agassi, Emmanuel Aghassian, participó en los Juegos Olímpicos de 1948 y 1952 como boxeador representando a Irán y, desde entonces, tuvo claro que hacer en el momento de tener un hijo. Así, basado en la disciplina, el trabajo y el esfuerzo diario, el joven Andre Agassi se convirtió en el proyecto personal de su progenitor y fue condenado a entrenar a diario para enfocar su vida hacia un deporte que odiaba y que, irónicamente, le permitió ser el mejor.

Tras su retiro en 2006, Agassi creó una fundación para ayudar a miles de niños alrededor del mundo, compromiso con el que –a diferencia de sus obligaciones como jugador– se siente pleno y feliz. “Decidí tomar mi elección y darles educación a los niños, un compromiso para no fallarles, así los colores de la vida del tenis empezaron a cambiar y me di cuenta de que había algo bueno”, agregó.