La emoción que recorre nuestro cuerpo en estos momentos es tan grande que es difícil de controlar. Después de un semestre muy duro y difícil, éste es el mejor final posible. Hay que estarles eternamente agradecidos a estos jugadores por las muchas alegrías que nos regalaron este año, y a Marcelo Gallardo por poner el cuerpo y alma en su momento personal más complicado.

El partido lo ganamos con una grandeza avasallante. El equipo jugó esta final con la sapiencia y la sabiduría de un conjunto que está acostumbrado a las grandes citas. Hay que decirlo, tiene las características de un equipo copero. Los colombianos únicamente nos pegaron un susto en un breve lapso del primer tiempo, donde ‘Trapito’ Barovero volvió a hacerse gigante y ganarse aún más el cariño de la gente.

El campeón hizo sentir su localía a partir del enorme recibimiento de su gente y del aliento descomunal que dio durante los 90 minutos. El equipo corrigió los errores que cometió en Medellín, presionó más arriba y fue claro dominador. Y con el correr de los minutos, las oportunidades de gol fueron llegando una atrás de otra. El gol estaba al caer, pero lamentablemente ‘Teo’ Gutiérrez estaba en una noche errática. En caso contrario, me parece que terminaba en goleada histórica.

En la segunda mitad, apareció ese jugador decisivo con su pegada sagrada y exquisita. Leonardo Pisculichi y sus centros venenosos teledirigidos a las cabezas de nuestros defensores. Mercado y Pezzella ganaron la batalla aérea y quebraron la resistencia colombiana. Da placer ver como un chico que se formó en el club desde sus 14 años hoy es figura en la obtención de un título internacional.

Da placer también vivir este momento tan dulce después de las muchas malas que le tocó vivir al hincha de River. Pero ya pasamos lo peor y hoy es todo fiesta. El riverplatense disfruta y se siente como tal: ganador. La grandeza volvió a Núñez con títulos bajo el brazo. Gracias a este cuerpo técnico tan trabajador, a este fantástico grupo de jugadores y también a una ordenada dirigencia. Y por supuesto que no nos olvidamos de Ramón Díaz. Principalmente hay que agradecerle a él por recuperarnos la memoria y darnos otra vez la gloria.

Pasaron muchos años y una generación entera no había podido disfrutar la obtención de un título internacional. Ya cortamos esa mala racha y ahora vamos por más. Nuestro gran objetivo es la Copa Libertadores 2015. Y como no confiar en este plantel para tal desafío. Claro, todo esto sin olvidarnos que aún le resta un partido al semestre y tenemos chances de festejar otro título. Sí, otro título. Así es River, jugar al máximo siempre y pelear todos los frentes.

¡Salud, querido hincha ‘millonario’. Estas fiestas brindaremos con Copas!