Gloria eterna, utilizó como hashtag la Conmebol sabiendo, y utilizando a su favor, una final que quedó marcada con resaltador en el fútbol mundial. 

No todos los países que son potencia futbolística mundial tienen clásicos entendidos como una rivalidad excluyente y simbiótica. Real Madrid-Barcelona se destaca como el mayor clásico existente, con rivalidades regionales que en algún momento se resolvieron con una guerra civil y ahora, más acorde a los tiempos, se zanja con un partido que es el plato más caro del menú. 

Pero después Italia no puede darnos algo de esa dimensión. El Inter-Juventus no parece tener ese peso, y el Milan-Inter es muy regional además de que dejaría afuera a la Juventus, el mayor equipo del país lo que es insensato hablando de clásicos. El Napoli quiere y aporta argumentos Norte-Sur para confrontar con la Vecchia Signora pero le falta historia para sentarse en los grandes clásicos del mundo.

Inglaterra puede mostrar su Liverpool-Manchester United como un clásico con linaje, historia y rivalidad, pero suena al menos llamativo que ninguno de los dos sea de la ciudad más importante del país, su capital Londres -como si el superclásico argentino fuera Rosario Central-Talleres de Córdoba-, tengan el mismo color de camiseta, y principalmente, no lo desviva la suerte de su rival. A cualquier hincha del Real Madrid le importa el andar del Barcelona, a cualquier hincha de River le importa como va Boca.

Sudamérica tiene su propio superclásico, Boca-River, clásico de clásicos, el mejor de la región, donde la inmensidad de Brasil le sacó la posibilidad de tener un cruce que paralice al país, en ese subcontinente se paralizan por partes.

Por eso la Conmebol se subió a la fecha y recordó esa inolvidable final con los goles pero solo con sonido ambiente, donde se capta mejor la intensidad del momento.