Federer venció a Marin Cilic en la final del Abierto de Australia y conquistó su 20º Grand Slam
El suizo derrotó al croata por 6-2; 6-7(5), 6-3, 3-6 y 6-1 luego de tres horas y tres minutos de juego. Igualó a Roy Emerson y Novak Djokovic como el más ganador en Melbourne Park, con 6 títulos
No hay límites para Roger Federer. No existe el paso del tiempo. No hay objetivos que deje incompletos. A los 36 años y casi dos décadas después de su debut en el ATP Tour [en julio de 1998], el suizo conquistó el Abierto de Australia y alcanzó una cifra impactante: 20 trofeos de Grand Slam ganados. ¡20! El croata Marin Cilic, sexto preclasificado en Melbourne y desde este lunes nuevo número 3, fue su víctima en la definición en el Rod Laver Arena: 6-2, 6-7 (5-7), 6-3, 3-6 y 6-1, en tres horas y tres minutos.
La final se jugó bajo techo. Los oficiales del Australian Open informaron que el índice WBGT (Wet Bulb Globe Temperature), que combina factores como la humedad, el viento y la radiación solar, había superado el límite de 32,5. Fue curioso, asimismo, que pese al calor extremo no lo hubieran cerrado en la final femenina del sábado entre Caroline Wozniacki y Simona Halep (la rumana se deshidrató y pasó varias horas hospitalizada). Independientemente de esa pequeña polémica, las condiciones fueron una buena noticia para Federer que, bajo techo, llegaba con 272 victorias y 65 derrotas (80,7% de efectividad) y 23 títulos. Los números de Cilic eran inferiores, naturalmente: 109-54 (66,9%) y ocho títulos.
Si el primer golpe suele causar mayores consecuencias, Federer, indudablemente, lo logró al romperle el saque a Cilic en el primer game, cuando una buena parte de los 15.000 espectadores no se habían acomodado en el estadio. Ágil, agresivo, con todas las luces encendidas, el suizo golpeó a Cilic en el mentón, lo traumó de arranque. Inclusive, como si estuviera confundido, el balcánico cambió la raqueta en medio del tercer game, cuando sacaba 0-30.
Anticipándose a cada tiro, bloqueando bien los latigazos que buscaban su revés, variando los efectos y las alturas de sus pinceladas, Federer le generó un daño irreparable a Cilic. Le volvió a romper el saque en el tercer game y ya no hubo vuelta atrás. El número 2 del mundo aprovechó las dudas en el saque de Cilic y hasta lo atacó sobre el segundo envío, metiéndose casi un metro dentro de la cancha para devolver. Un 92% de puntos ganados con el primer saque y un 83% con el segundo fueron algunos de los registros que ostentó Federer, que en solamente 24 minutos se apropió del primer set: 6-2.
Un poco más conectado se mostró Cilic en el arranque del segundo parcial. El croata defendió su servicio e inmediatamente le generó dos pelotas de quiebre a Federer en el segundo game; sin embargo, el suizo, muy acostumbrado a escaparse con su saque de los momentos incómodos, lo consiguió una vez más (1-1).
El revés con slice a los pies de Cilic fue un tiro que Federer ensayó constantemente y que le dio buenos resultados frente a un jugador de casi dos metros al que, por lo general, le cuesta golpear tan abajo. Federer intentó, muchas veces, desarmar la maquinaria del rival de esa manera. Cilic demoró unos 40 minutos en hacerse notar en el partido, hasta que empezó a sentirse más suelto, el brazo derecho ya no le pesó una tonelada y logró empezar a martillar sobre el revés de Federer. Claro que el suizo no se intimidó y aceptó con gusto el ida y vuelta.
En el noveno game, el exnúmero 1 del mundo contó con un break point, pero Cilic, mucho más enfocado, lo salvó con un ace de segundo servicio y ganó los dos puntos siguientes, lanzándole un poco de presión al rival. Dos doble faltas del helvético en el mismo game pusieron, impensadamente, a Cilic ante un set point. Pero Federer, una vez más, se vistió de escapista, calibró el lanzamiento de la pelota y sostuvo el servicio (5-5). Llegaron al tie-break y pese a dos aces de Federer que parecían encaminar su victoria, Cilic lució mayor determinación, ensayó tiros fortísimos que el suizo no alcanzó y se quedó con el set por 7-6 (7-5). Se trató, asimismo, del primer parcial que Federer perdió durante el certamen.
El primer tramo del tercer set exhibió la misma sintonía. Puntos peleados, games ajustados, peloteos furiosos. Pero Cilic bajó, apenas, un poco su nivel y ello, se sabe, es demasiada ventaja para Federer, que en el sexto game le rompió el servicio al croata y se adelantó 4-2. Desde allí, el suizo volvió a divertirse y a regalar puntos extraordinarios [un sobrepique ganador de drive, sobre todo] que generaron decenas de ovaciones. Encendido y anticipándose a cualquier ataque croata, el helvético se quedó con el tercer set (6-3).
Cilic sintió el mazazo. Saltó al court de superficie azulada para abrir el cuarto set, pero Federer olió herida a su presa, lo desdibujó con autoridad y creatividad, y le quebró el saque. Pero el campeón del US Open 2014, que se destacó durante todo el primer grande de la temporada por su enfoque y optimismo, volvió a ostentar un espíritu de lucha y, lejos de amedrentarse, aprovechó algunas dudas de Federer y le quebró el saque (3-3). Y hasta volvió a hacerlo en el octavo game (5-3). Cilic empezó mareado el set y los organizadores ya empezaban a movilizarse para la premiación, pero lo terminó a toda orquesta, imponiéndose por 6-3.
Federer, con toda la incertidumbre que no había tenido durante el torneo, empezó sacando en el set final y Cilic, envalentonado y castigando la pelota desde todos los rincones, tuvo dos oportunidades para quebrarle el servicio. Pero el suizo, que caminó por la cornisa, sobrevivió a puro oficio y se adelantó 1-0. Puño crispado y ovación del público. Ello animó a Federer y deprimió al croata, que padeció la presión de Federer y cedió, una vez más su servicio. Antes había podido recuperarse, pero esta vez ya no hubo remedio. Federer, un viejo zorro con más de 1300 partido en su carrera, se dio cuenta de que era el momento de dar la estocada final. Volvió a romperle el servicio a Cilic en el sexto game (5-1) y cerró su 30ª final de Grand Slam con algo de suspenso, luego de que el Ojo de Halcón confirmara que el saque que el balcánico no había podido devolver, había tocado, apenas, la línea.
Federer no envejece. Federer no deja de maravillar y de sorprender. Federer atraviesa las generaciones con maestría. Federer es una bendición. Difícilmente haya otro igual.