de Julián Ismael Dayman.

-Eso fue hace muchos años, le dijo Andrés a su nieto, mientras manejaba camino a la cancha del Deportivo Cruz del Sur, donde se jugaría la semifinal del campeonato metropolitano de infantiles. Imaginate que ni siquiera tu papá había nacido… Pero las presiones fueron muy fuertes, nos querían obligar a adoptar ese tema de las cámaras como fuera e, incluso, nos amenazaron con desafiliarnos de la FIFA y no dejarnos jugar el Mundial siguiente.

-¿Y eso pasó? – le preguntó Ramiro-. ¿No pudimos jugar el Mundial siguiente?

-No, no solo jugamos ese Mundial sino que lo ganamos, fue el de los golazos de Messi que ves en Internet. Pero nos quisieron asustar… -¿Vos eras el presidente del club en ese momento? –preguntó Ramiro.

-Exactamente, Rami. En esa época los del ascenso éramos muy importantes en la AFA y yo tenía el cargo de “Responsable de Arbitrajes”. Viajaba con el presidente a todos lados y laburaba muchísimo.

-Eso era buenísimo, abuelo. ¡¡Conociste todo el mundo!! -No, yo viajaba por el país y por Sudamérica por las copas, pero los viajes a Europa se los llevaban los de primera. Además, cuando era más lejos los árbitros los ponía el local. Che, ¿trajiste las canilleras, no?

-Uy, me parece que no. Esperá que me fijo en la mochila. No, no están.

-No están porque no las pusiste, Rami. Todos los sábados te digo lo mismo. ¡¡Es increíble!!

-Pero no pasa nada, las imprimimos ahí y listo. -Sí pasa, nos cobran una barbaridad, más de 150.000 pesos. ¡¡Todos los sábados lo mismo!! ¿Por qué no la llamás a tu mamá y le decís que las lleve al club?

-Es que me dijo recién, en el desayuno, que al mediodía estaría dando una clase en Corea, – respondió Ramiro y, para cambiar de tema, agregó-. ¿Entonces el Var nunca se usó?

-No Rami. Estuvimos cerca, pero nos negamos. Recuerdo que en la reunión definitiva del año… ¿Qué año era? Ah, 2018, el del Mundial que perdimos con Francia. Había llegado una nota de la FIFA y decía que para fin de año teníamos que implementar el VAR o “quedaríamos excluidos de las competencias internacionales”. En la reunión de Comité Ejecutivo el presidente lo anunció como un hecho y parecía que se haría, aunque no estábamos muy convencidos. Me acuerdo que había una crisis muy grande en el país.

-Abuelo, ¿eso fue cuando mamá y papá perdieron el auto?

-No Rami –respondió el abuelo entristecido-, eso fue en otra crisis, cuando perdieron la quinta... Pero te sigo contando, recuerdo que el presidente de Argentinos empezó a quejarse con eso de que “en el gol de Diego a los ingleses hubieran cobrado mano” y el de Racing dijo que eso era bueno porque se hacía justicia y que el rojo no hubiera sido campeón del mundo en 1984 porque “Percudani estaba 10 metros adelantado”. El de Independiente se lo quería comer y el de River dijo que ellos no se hubieran ido a la B porque con Belgrano hubo una jugada de penal a Caruso. Ahí el de Boca lo chicaneó diciendo que igual hubieran descendido y el de River le dijo que al final “vos vas a abandonar la discusión”.

A esa altura Andrés comprendió que su nieto perdía interés en el relato y decidió abreviarlo. Si bien él le había hecho menciones previas, para su nieto “la falta que vió todo el estadio menos Brazenas” o “la estafa de Ceballos contra Central” no significaban nada. En consecuencia, decidió referirse a los hechos centrales de aquella situación.

-¿Sabés Rami cómo los convencí? Yo veía que la amenaza de la FIFA vencía las resistencias y que la tendencia internacional era casi irreversible, pero en un momento ví al representante gremial de los jugadores y me iluminé.

-Abuelo, ¿qué es un representante gremial? – le preguntó el nieto.

-Es un jugador, o ex jugador, que defiende a los jugadores para que les paguen o no los dejen sin trabajo – simplificó el abuelo. Al verlo se me ocurrió un buen argumento y dije: si reemplazamos a los árbitros por máquinas que no se equivocan, mañana reemplazaremos a los futbolistas por robots que nunca tirarán mal un corner y pasado mañana reemplazarán a los dirigentes por un algoritmo. Nada es tan persuasivo como la amenaza dirigida al propio grupo, Rami.

-Me perdí abuelo. ¿Qué es persuasivo?

-Que convence a los otros. En esa época todavía existían camioneros, taxista, repartidores de comida, médicos, todavía no hacíamos todo con las computadoras y los drones. -¿Existían esos que vigilaban… cómo se llamaban? -Policías, sí, todavía existían. Como te decía, la amenaza del reemplazo de todos por las máquinas hizo que paráramos lo del VAR, pero el triunfo final llegó por una idea genial, una inspiración del presidente de Ferro.

-¿Qué dijo ése? ¿Y qué es Ferro?

-Era un club de Buenos Aires. Muy importante. El tipo, un fenómeno, propuso que siguiéramos con los árbitros pero fue más lejos, como dice tu papá, “dobló la apuesta”. Nos dijo que el fútbol con el VAR era más justo pero más aburrido, y que la solución para no ser reemplazados por las ligas de otros países era poner malos árbitros, que se equivocaran más e hicieran más divertidos los partidos. Al principio la idea pareció mala, pésima, ridícula, pero en un momento se la empezó a tomar en serio. Los partidos serían más abiertos, habría más goles, nadie dudaría de los árbitros porque no querrían perjudicar a algún equipo, simplemente serían malos.

-Como ahora, bah, como el domingo pasado, abuelo, que el tipo no entendía la obstrucción.

-Claro, eso se lo debés al presidente de Ferro, Gabriel Nagata se llamaba, un tipazo. Se decidió probar la idea una fecha y el éxito fue sensacional. Se duplicaron la cantidad de goles, la fecha se vio como la final del mundo y, sobre todo, los medios vendieron como locos. El lunes, en la reunión de la AFA el presidente dijo que lo habían apretado de presidencia para indicarle que no se le ocurriera volver al sistema anterior de designación de los mejores árbitros.

-¿Qué le apretaron? ¿La panza? – preguntó con ingenuidad el nieto.

-No, Rami, es una forma de decir, lo obligaron. A partir del domingo siguiente se eligieron árbitros, gordos, rengos, sordos, tuertos y, con preferencia, bipolares. Rami: bipolares quiere decir que pasan de estar súper alegres a enojadísimos, enloquecidos, como el que les pusieron en la final del año pasado que echó al arquero porque se ató los cordones y después escupió al técnico rival.

-¿Ah, eso viene de esa época, lo de elegir a los locos en los partidos importantes? – consultó Ramiro.

-Claro, pero Nagata era un genial, único, y eso cambió el fútbol para siempre. Pensá que Ferro era un club con todos los deportes, el modelo para los restantes y él, en realidad, venía de la natación. El fútbol le divertía por la pasión ajena, pero no lo jugaba desde la primaria y un poco le aburrían los debates tácticos, si línea de tres, de cuatro o de cinco…

-Abuelo, falta mucho, ¿me pongo ya las vendas? – le dijo el nieto un poco aburrido.

-No, llegamos en diez minutos, y sí, véndate bien los tobillos, pero dejame que te termine de contar. Nagata se iluminó y nos dijo que lo mejor sería que, además de equivocarse por malos árbitros, creía que tenían que tener errores de reglamento, “conceptuales” decía él, y que para eso había que nombrar árbitros de otros deportes. Porque el reglamento se aprende, pero si venís de otra disciplina venís con mañas, como decía él, “con sesgos”. Nunca podrían pensar como un árbitro de un deporte distinto.

-¿Y vos pensás siempre como médico, abuelo?

-Claro, siempre, por eso te digo que te vendes de nuevo porque eso no te protege nada. Poné el tobillo en 90 grados antes de empezar a vendarte. Como te decía –siguió el abuelo- el logro fue fenomenal. La gente llenaba las canchas, los partidos del fútbol argentino se veían en todo el mundo (hasta que nos copiaron todos) y los programas de análisis de partidos tenían muchas más cosas para comentar. La primera vez que un árbitro de hockey cobró corner corto los jugadores no sabían ni como patearlo. También me acuerdo cuando un árbitro de basquet permitió un gol con la mano y ante las protestas lo anuló porque el delantero había estado más de tres segundos en el área.

-A mí eso me pasó varias veces – replicó Ramiro.

-Sí, Rami, pero eso que para vos es normal, todavía no se había visto nunca. La primera vez que un árbitro de handball anuló un gol porque el delantero estaba adentro del área fue sorprendente. Los tackles que admiten hoy los árbitros que vienen del rugby en su momento generaron enojo en los futbolistas, se querían pelear con todos.

-¿Pero no sabían que te puede tocar cualquier árbitro?

-No, no se conocía, me acuerdo que unos jugadores hasta le pidieron a un árbitro de natación suspender un partido porque había mucha agua y los sacó carpiendo. Lo mismo pasó con un árbitro de ajedrez, que no admitía los cambios porque para él los enroques se daban entre los que estaban jugando y solo permitía sustituciones luego de un gol porque decía que coronaban la jugada. Para vos son pavadas de todos los días, pero no fue siempre así.

-¿Y alguna vez se jugó con cámaras?

-Sí, en un Mundial, pero no sirvió para nada. Era aburridísimo. Cortado. Siempre se cobraba lo que había pasado, una porquería… Ya llegamos Rami. Bajate. Ah, esperá – y el abuelo bajó la voz, como solía hacer, casi susurrando, cuando hacía confesiones-. Acordate Rami que hoy te dirige uno de tenis, así que si errás un penal pedí patearlo de nuevo porque son dos saques…