La Scaloneta está de fiesta, y bien merecido que lo tiene. La conquista de la Copa del Mundo le dio una alegría a los argentinos que no se olvidará por mucho tiempo.

Los jugadores, el cuerpo técnico y hasta el Chiqui Tapia viven su momento soñado, con agradecimientos y festejos constantes, que los llevaron incluso a la sede de la Conmebol en Asunción, donde el siempre pintoresco y jovial Alejandro Domínguez ofició de maestro de ceremonias en una noche donde el fútbol sudamericano celebró tener un nuevo título mundial.

Para el recuerdo quedan la estatua -de un parecido pero no igual a Leo Mess-i, un insólito "bastón de mando del fútbol mundial", y una clase de fantasía discursiva propia de Domínguez, quien sostuvo suelto de cuerpo que “Maradona y Pelé dijeron que sos el mejor jugador de la historia”, cosa que nadie recuerda que hayan dicho.