El mensaje es claro: para los barras de Atlético Mineiro los jugadores pueden hacer lo que quieran en su tiempo libre siempre y cuando rindan para el equipo y los resultados acompañen.

Esta lógica perversa es extensible a la mayoría de las barras bravas de los clubes de sudamérica, que adoptaron el modo delictivo de las hinchadas argentinas para hacerlos suyos.

Para que no queden dudas de sus verdaderas intenciones, la barra de uno de los dos equipos grandes de Belo Horizonte le dejó un mensaje sencillo de entender al delantero de la selección de Chile, Eduardo Vargas, y a la comisión directiva del club: el jugador no está rindiendo, por lo que no tiene derecho a pasarse la noche de fiesta, y los dirigentes tienen que echarlo.