La enseñanza a los juveniles debe ser tanto en el juego como en el comportamiento. Pero parece que los seleccionados de México e Irlanda del Norte no aprendieron lo segundo.

En un partido disputado por la Copa Milk, terminaron protagonizando una batalla campal, como pocas veces se vio en el fútbol.

Entre piñas, patadas y empujones, un jugador del Tri casi mata a un rival, que estaba tirado en el piso: le pegó un zapatazo en la cabeza.

Lo peor de todo es que en la edición del 2013, ambos equipos habían disputado la final del certamen y también protagonizaron un incidente similar.

La organización decidió suspender a cuatro futbolistas, tres de México y uno de Irlanda del Norte.