Como ocurre a lo largo de este ciclo, en el partido de anoche en Floresta volvimos a ganar la posesión de la pelota por amplio margen -pese a jugar una hora con un hombre menos-, y nuevamente no sumamos de a tres. No podemos ganar de visitante -la última vez fue hace una ronda entera-, un síntoma tan preocupante como el muy poco carácter que expresa este plantel.

Los de Ramón Díaz tuvieron una oportunidad muy valiosa ante sus manos que no supieron ver o, en todo caso, no supieron aprovechar. Luego de ganarle con lo justo a Arsenal, River tenía la posibilidad de demostrar que está para pelear este campeonato. El partido podría haber sido un punto de inflexión por lo que representa para este equipo ganar dos partidos seguidos y, sobre todo, ganar fuera del Monumental.

Sin embargo, volvió a cometer los mismos errores de siempre y lo pagó muy caro. Perder marcas, quedar mal parado, tener salidas en falso del fondo, cometer errores individuales y grupales, y pegarse una siesta bárbara en el entretiempo. Un equipo que tiene aspiraciones al título no puede tropezar siempre con la misma piedra. Y que no se confunda carácter con la irresponsabilidad de Vangioni.

Vale remarcar que ocurren cosas extrañas como los cambios de Ramón (¿sacar a Teo estando dos goles abajo?), la irregularidad de muchos jugadores, y que llegado el caso nuestros delanteros sean los mejores defensores del rival. Como le pasó a Menseguez frente a Tigre, Cavenaghi evitó el 3-3 por estar en offside e interrumpir la trayectoria del balón.

Da la sensación que este River no puede ofrecer más. Esos espasmos de toque y fútbol asociado, con interesantes triangulaciones, es lo mejor que puede dar. Pero precisamente son eso, espasmos. Juega bien de a ratos, después se duerme, se llena de nervios y lo embocan. Ni siquiera el aura ganadora del DT más ganador de la historia hace efecto.

¿Qué será de este River? Nadie sabe. Lo que sí podemos afirmar es que la propia irregularidad del fútbol argentino le presentará nuevas oportunidades a lo largo del torneo. Oportunidades que deberá aprovechar para cambiar esta tendencia apática. Se sabe, el mayor rival de River es el mismo River y sus incapacidades.

Por último, observando el partido de ayer hice memoria. Doce años atrás, el 'Millonario' ganó el Clausura 2002 con bombos y trompetas. Aquel equipo tenía el mismo entrenador y el mismo número '9' que hoy. También usó el mismo sistema (3-4-1-2) que quiso implementar en la actualidad el riojano, pero no le funcionó. En aquel entonces, All Boys jugaba en la B Metropolitana, dos categorías más abajo. Hoy en día, la realidad es muy distinta. Cómo cambió el fútbol y cómo cambió River, ¿no?