Nota 'Minutouno':

Enrique Moreno (42) mira el video que ahora pasan en el televisor de una clínica y se larga a llorar. Es la primera vez que se ve así: tirado en una cancha de fútbol, con una venda en su frente y rodeado de jugadores y policías. Es martes, está acostado en una cama y lleva más de 40 horas internado en Cañada de Gómez, Santa Fe. Recuerda que el domingo no pudo estar en el cumpleaños de César (16), el único varón de sus tres hijos, y piensa en dejar de ser árbitro. Y otra vez las lágrimas.

Santa Fe, Armstrong, 11 de diciembre. Enrique toma mate, un poco de agua y entra a la cancha. Este domingo de calor le toca ser juez de línea en una nueva final de la Liga Cañadense: el partido de vuelta entre Defensores de Armstrong (local) y Argentino de Las Parejas. En la cancha hay cerca de cuatro mil hinchas de los dos clubes, que están separados por apenas 20 kilómetros. El primer tiempo termina sin goles y con un expulsado. Hasta ahora los visitantes (ganaron 2 a 0, en la ida) se quedan con el título.


"Hoy no salen vivos", gritan. Durante el entretiempo, los hinchas de Defensores intentan entrar al vestuario: buscan a los árbitros. La policía los contiene aunque el encargado del operativo terminará internado por un golpe con un ladrillo. Mientras arrojan desde hielos hasta botellas, Enrique logra salir a la cancha, se fija que la red de uno de los arcos esté bien y camina hacia el córner. Mira al árbitro Matías Coria, se da vuelta y una piedra -lanzada, al parecer, con una gomera- le pega en la frente, a un centímetro de un ojo.


"Pensé en dejar el arbitraje, pero al final decidí que voy seguir", dirá Enrique, después de estar tres días internado (uno, en terapia intensiva) y 48 horas sin salir de su casa. De Tucumán, árbitro desde hace 17 años en la Liga Cañadense e inspector de tránsito en Cañada de Gómez, decidirá no ver de nuevo el video que pasan en los canales.
 


Dos días antes, la misma escena. Sólo cambian los equipos, hinchas, estadio. Jujuy, San Pedro, 9 de diciembre. Son las 17.40 de un viernes feriado y Luis Spezia (36) está tirado en el césped. A metros de la línea lateral, lo rodean cinco policías con escudos en sus manos, más de diez jugadores y dos jueces de línea. Lleva nueve años como árbitro pero es la primera vez que le pegan en una cancha. Dos futbolistas lo levantan y lo llevan al vestuario mientras desde la tribuna tiran botellas y piedras.

Se juega la vuelta de la semifinal de la Liga del Ramal. Van 34 minutos del primer tiempo y Club Atlético San Pedro (local) golea a Atlético El Arenal por 4 a 1. Es el sexto partido que Luis dirige en Jujuy, donde vive desde hace dos meses, y acaba de expulsar a Aldo Urina y Ramiro Mariano, el 5 y el 2 de los visitantes. Apenas muestra la última roja, cinco jugadores (según la denuncia) le pegan. No es el único: Mariano Gonza, uno de los jueces de línea, también termina en el piso por una piedra que tiran desde la tribuna.


De Córdoba, ex delantero del Chievo Verona (Italia) y dueño de una empresa de muebles, Luis llegará a su casa, dejará de pensar en los golpes y dirigirá a los cinco días la ida de la final. A Mariano no le pasará lo mismo: le costará borrar la escena y dudará en seguir.


Golpes desde febrero hasta diciembre. Desde Santa Cruz hasta Jujuy. Desde infantiles hasta el Federal B. Enrique y Luis son sólo dos de los 42 árbitros agredidos durante 2016 que aparecen en una lista del Sindicato de Árbitros Deportivos de la República Argentina (SADRA).


Es la primera vez que se hace el listado, que sólo contiene las agresiones a los árbitros del SADRA. Sólo aparecen 42 casos de violencia (actualizado hasta el 11 de diciembre) pero desde el Sindicato creen que serían más de 200 durante 2016 en todas las categorías del interior.


Claudio Elichiri (40) lleva más de una hora encerrado en el vestuario. En una de sus manos tiene una bolsa azul con hielos que se pone en su pómulo izquierdo. Se tira agua en su cara con moretones mientras espera sentado en un banco. Aún el árbitro no puede salir de la cancha de Sarmiento de Ayacucho.


Buenos Aires, Ayacucho, 4 de diciembre. Sansinena (General Daniel Cerri) acaba de meter su segundo gol a los 20 minutos del segundo tiempo y consigue, por ahora, pasar a la final del Federal B. Los jugadores de Sarmiento rodean al árbitro y lo empujan, mientras le reclaman un penal. Por la cantidad de expulsados, se suspende el partido. Claudio termina en el piso: futbolistas, hinchas, cuerpo técnico y dirigentes lo golpean.


Árbitro desde 1999 y dueño de una empresa de construcción, Claudio recibirá cuatro puntos en su pómulo izquierdo, llorará al llegar a su casa de Azul cuando se abrace con su familia y se perderá el acto de fin de curso de su hija.


Sólo la distancia los separa. Enrique, Luis y Claudio no se conocen pero comparten la misma pasión. Los fines de semana hacen lo mismo: se ponen la camiseta, salen a la cancha, cobran faltas, muestran tarjetas. Los tres también entrenan para seguir de cerca cada jugada, viajan kilómetros para dirigir un partido y, al llegar el lunes, trabajan fuera de los estadios. Los tres esperan un pitazo final a la violencia en el fútbol.