"Yo no hablo mal de Román. Desde que llegué, me trató bien. Tuvimos una relación cordial. Pero creo que la relación se rompió cuando él, desde afuera, habló mal de los jugadores, y se lo dije en la cara. Le dije que no me parecía justo. El venir de afuera para jugar en Boca es muy difícil", dijo Walter Ervitti.

No fue el primero, ni el único. Claro que ninguno de los que habló está a la altura de todo cuanto significa y le dio Riquelme a Boca. Por caso, el defensor Christian Cellay, y el uruguayo Albín, cuestionaron sus manejos en el vestuario.

"Terminan siendo 3 ó 4 los que la pasan bien y los demás deben sufrir la historia de Boca. Cuando llegás te comparan con él, que hizo historia en Boca. Jugás dos partidos mal y ya empiezan a decir que tiene que venir otro. Cuando llegué estaba por descender, el presente es otro", analizó el mediocampista que juega en Atlante de México.

"El técnico y la dirigencia son la cabeza del grupo. Muchos creen que Román maneja Boca, si es así la culpa es de los que deberían manejar, no de él. Es como que en mi casa quieran mandar mis hijos. Hay que entender que a veces hay gente que está atada de pies y manos y no puede tomar decisiones", dijo Erviti. Y agregó: "Si la situación es así, la gente que está sobre él no hace bien su trabajo".

En el pasaje más picante, reflexionó: "Puede pasar que haya competencia para ver a quién aplauden más. Hay algunas situaciones que incomodan a los que queremos sólo jugar al fútbol. Es más fácil conseguir cosas en Boca haciendo lobby que rindiendo adentro de la cancha. Uno elije qué camino tomar".

Y concluyó con una confesión cruda: "A mí lo único que me hacía feliz era ponerme la camiseta de Boca los domingos, lo demás lo sufría. La mayoría de los jugadores que se van de Boca lo hacen por la misma situación, algunos hablan, otros no".