Merlina Rañi como curadora de una ''Una bienal sin límites en la distancia''
Hasta el próximo 30 de enero, Espacio Pla tiene sus puertas abiertas en el mundo físico y virtual para un recorrido que lleva a reflexionar sobre la cualidad de Internet como objeto y soporte en el marco de la Bienal internacional bajo la dirección de David Quiles Guilló.
Tiempo Circular es una propuesta curatorial de Celina Pla y Merlina Rañi que aborda la ontología de Internet; ese universo que adquiere vida propia en lo virtual y en lo físico de nuestras cotidianidades.
En el marco de la segunda edición de la Bienal Internacional de Arte Digital The Wrong, el espacio Pla participa junto a más de cuarenta pabellones online y veinte sedes en distintas ciudades como Nueva York, Toronto, Londres, Berlín, Lima, San Pablo, entre otras.
Además del recorrido virtual uno puede perderse en una partícula del cosmos como en la obra de Javier Plano, mirar la luna a través del iphone de Sebastián Tedesco, aprender reglas de sociabilidad y muerte como en la experiencia de Leo Nuñez o flotar entre el asombro y el vértigo con el arte de Mariano Giraud.
Dialogamos con la curadora Merlina Rañi que reflexiona sobre esta experiencia que podrá visitarse de manera gratuita hasta el 30 de enero.
—Casi llegando al fin de esta edición ¿Cómo fue tu experiencia como curadora al tener que manejarte entre lo digital y los espacios físicos de la bienal?
— Me resultó una experiencia muy interesante en la que pienso seguir indagando. Son soportes de naturalezas muy distintas, con los que el sujeto espectador va a relacionarse de maneras muy diferentes, incluso diría que las obras llaman a distintos aspectos de la persona que se relaciona con ellas.
En el caso de lo digital o de lo virtual se genera una relación más íntima y otra disposición del tiempo que puede favorecer o perjudicar a la obra dependiendo de cuánto se interiorice la persona con la web. Cuando trabajás en un espacio físico te encontrás con otros factores como la disposición de los cuerpos y las obras en el espacio, y sobre todo la atmósfera de la muestra.
En cada dimensión las problemáticas se presentan de distintas maneras, eso hace que sea un poco más complejo encontrar un eje curatorial que pueda poner a funcionar todo ese sistema.
— ¿Desde dónde surgió la idea de trabajar con la ontología de Internet?
— Justamente de encontrar un punto donde se cruce la dimensión física con la dimensión virtual, que respete las diferencias que las abren en diferentes territorios pero que las conecte desde la existencia. Originalmente el puntapié fue trabajar con el tiempo en internet, explorar qué pasa con ese tiempo y obtener a través de las obras algún tipo de registro; pero enseguida el factor de la existencia se volvió más importante, sobre todo por pensar en la virtualidad como una dimensión que si bien es intangible, es ocupable y por lo tanto en nuestra existencia en esta dimensión y todo lo que eso acarrea.
— ¿Qué tanto hay de ese tiempo circular en las obras seleccionadas?
— Bajo mi criterio o mi forma de ver las obras encuentro una lectura sobre el tema (ontología virtual), en la que siempre aparece lo cíclico de una u otra forma. El concepto de tiempo circular propone un tiempo infinito con variables finitas, estás variables van a repetirse en distintas conjugaciones, pero el tiempo no. Esto surgió por pensar en el tiempo en internet y en que es muy difícil pensar que las variables sean infinitas aunque sean muchísimas. Me basé entre otras cosas, en un ensayo de Borges que recorre distintas teorías como El eterno retorno de Nietzsche o El año de Platón.
El tema es bastante amplio y se abordó tanto desde el concepto de las obras como desde la naturaleza de sus dispositivos dependiendo el caso: el circuito cerrado, el ciclo de la luna, la fuente de agua, la cascada, el pasado que se une con el presente, la idea de un tiempo no lineal, el loop, hay obras que lo manifiestan más explícitamente que otras, pero todas aportan al relato o brindan alguna información sobre estas inquietudes.
—¿Cómo recibió el público la muestra realizada en Espacio Pla?
— Por suerte vino mucha gente hasta ahora, pienso que algunos les habrá gustado más que a otros, pero casi siempre recibí buenas críticas de las obras, de hecho solo una persona me dijo que no le gustaron algunas, lo cual guardo como una opinión valiosa también. Lo que me dio mucha satisfacción es que mucha gente que no es “entendida” y personas grandes pudieron relacionarse con la muestra y llevarse alguna reflexión, creo que se logró una calidez que quizás no es habitual en la disciplina y que no tiene que ver con la innovación, la interactividad y el efecto.
Sin embargo, supongo que como siempre hay personas que profundizaron más en cada obra y otras que se quedaron con los encantos y desencantos de su superficie, considero que las dos experiencias son válidas aunque no igual de ricas.
Un buen ejemplo de eso es la obra TV Buda Alien, que es un remake de una obra de Nam June Paik, que busca reflexionar sobre lo vigente y lo obsoleto del discurso de una obra, a partir del ejercicio de trasladarla de su lugar de vanguardia en los años 60 a nuestro tiempo. Esta obra se transformó en la lugar ideal para una selfie de la muestra y creo que eso de alguna forma completa su sentido, desde una visión sociológica.
— ¿Sentís que se dio una interacción física- virtual de los asistentes entre la visita al Espacio Pla, la muestra satélite en Córdoba y los pabellones digitales?
— No creo que más de lo que estamos habituados, si lo pensás bien esa interacción es algo normal, incluso a veces nos hacemos conscientes de eso cuando descubrimos que conocemos más de algo o de alguien virtualmente que físicamente. Sería súper interesante que alguien haya llegado a una reflexión del estilo pero apuntada al campo del arte, pero desconozco si sucedió.
A mí me encantó la experiencia de recorrer una bienal sin límites en la distancia, poder dar un vistazo a lo que está pasando con este tipo de expresiones en tantos lugares del mundo al mismo tiempo, y que eso dependa de un orden horizontal y casi anárquico, lo que es una rareza. Eso creo que me dio una vuelta de tuerca en la cabeza con respecto a las posibilidades de la virtualidad.
— ¿Qué implica curar una muestra de estas características? ¿Qué es ser una curadora?
— Bueno, es un trabajo intenso pero muy gratificante, por un lado pensar en una muestra doble sobre entornos tan distintos implica pensar en obras que se justifiquen en sus respectivos soportes, por otro lado entender y coordinar el trabajo de 19 artistas en torno a un eje curatorial, que este eje funcione para el pabellón virtual y para la muestra física, mantener la coherencia. Las dos muestras implicaron trabajos distintos, la web quizás estuvo pensada más desde su eficacia y atractivo, en cambio el trabajo sobre la muestra física requiere de un recorrido y un relato que generen en la totalidad una composición con capas y niveles de lectura.
Todo este trabajo no hubiese sido posible en lo absoluto si no fuera porque todas las partes dieron lo mejor de sí: trabajar con una gestora súper profesional como Celina Pla, con la buena disposición y estructura de Espacio Pla, y una selección de artistas que se comprometen con el contenido y la calidad de su trabajo, hace que sea un placer.
Creo que debe haber tantas definiciones para la curaduría como curadores, pero algunos rasgos generales. También hay muchas áreas dentro de la curaduría, eso es lo que lo hace difícil de explicarlo. Yo me posiciono en la curaduría desde la investigación pero con las manos siempre ocupadas en la práctica, que me parece fundamental. A mi me gusta pensar que el trabajo se da a través del diálogo con el artista, donde cada uno puede enriquecer su trabajo con la búsqueda del otro. A veces esto se da mejor o peor y finalmente eso se transmite en la atmósfera de la muestra. Creo que es el trabajo del curador cuidar de la atmósfera de la muestra, que las obras salgan de sus soportes. Quizás por eso muchos piensen que es un chantaje, pero en definitiva es un trabajo intelectual que no puede quemar con la palabra lo que por alguna razón un artista eligió transmitir con una obra.
Volviendo al tema de la bienal que me parece de verdadera importancia apoyar proyectos como el de David Quilles Guilló, The Wrong - New Art Digital Biennale, porque representan alternativas a los caminos preestablecidos del arte y que a mi parecer tienen mucho más potencial que muchas otras eventualidades consagradas, sobre todo por brindar la posibilidad al espectador de desarrollar su propio criterio y al artista de manifestarse de forma más genuina.
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Hasta el 30 de enero, de miércoles a
sábado, de 16 a 20hs gratis en Espacio Pla (Malabia 1841, Palermo).
Con la participación de los artistas Mateo Amaral, Maximiliano Bellmann, Javier Bilatz, Guido Corallo, Azul De Monte, Alfio Demestre, Manuel Fernández, Mariano Giraud, Ignacio Guerra, Juane Odriozola, Eduardo Pla, Javier Plano, Tomás Rawski, Gabriel Rud, Sebastián Tedesco, Rox Vazquez & Cez Comerci y Florencia Viadana (quienes presentarán obras en distintos formatos y disciplinas, dentro del Arte Digital; net art, video,
realidad virtual, instalación, fotografía, 3D, etc.)
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