La culpa no es de los ''Cobayos criollos'' sino de quienes les dan de comer
La tercera novela de Flaminia Ocampo indaga en un universo armado por un cóctel de incidentes, un asesinato, drogas, sexo, psiquiatras, médicos y las particulares observaciones de una investigadora.
"Volveré a obsesionarme con un cádaver" es la primera y prometedora línea de "Cobayos Criollos" publicada por Aquilina en la colección Negro Absoluto.
Se trata del cuerpo que "era objeto de deseo" y que pasó a ser "objeto de forenses" de la estadounidense Kathy Gateway (KG como la llaman los personajes en el libro, con una posible referencia a la KGB dado su carácter de espía experimental en la industria farmacéutica).
KG aparece muerta en el Río de La Plata flotando en una bolsa de basura, luego de estar en el país y organizar un evento para analizar pacientes, médicos clínicos y psiquiatras ante una droga que sigue creciendo en su uso: Zexed.
"Cobayos criollos" puede ser pensada como una novela de perfiles; la investigadora que toma el falso nombre de Elena Asaire se presenta como una periodista que entrevista a pacientes, empleados, doctores, amantes, policías y va construyendo las posibilidades de cada uno de ser él, la o los asesino/a (s) e incluso va armando su propio perfil como narradora en un juego de intereses, apariencias y necesidades en en el que la grabación del evento, previo a la muerte de KG, permitirá atar cabos.
Los pálpitos, los comentarios (algunos un tanto extraños como la referencia a Borges, Noy y Kafka que parecen más del universo de la autora que del personaje que construye) nos presentan a una investigadora que no deja de involucrarse cada vez más con el caso en términos de reflexionar sobre sus decisiones, sus dudas y sus interrelaciones especialmente volviendo a Buenos Aires.
Ocampo realiza aportes minuciosos- generalmente a través de las voces de personajes o blogueros- sobre cómo opera la industria farmacéutica transnacional entre distribuidores, pacientes, vendedores e incluso la propia KG en una carrera por ofrecer la salvación "que no necesariamente es la muerte".
Los detalles aportan verosimilitud a la trama pero también le agregan pausas que hacen que la tensión sobre quién mató a KG quede diluída (pausas realizadas adrede por la propia autora según se desprende del prólogo, contratapa e incluso entrevistas a Ocampo). Una decisión que juega en contra a la hora de darle ritmo a la historia que se extiende en numerosas páginas.
Ocampo trabaja pequeñas observaciones sobre diálogos, material leído en internet, escenarios y situaciones que, para un lector atento, no funcionarán como una Deus Ex Machina cuando la investigadora brinde sus conclusiones del caso.
Aunque queda un sabor un tanto amargo sobre este femicidio que une ¿cuándo no? el deseo, dinero y el poder.
Los detalles del asesinato quedarán para quienes se aventuren en su lectura.
Cobayos criollos, novela de Flaminia Ocampo
Aquilina, Negro Absoluto 2015.
240 p.