"Ella se lo buscó, se lo merecía"; "No fue culpa de él, yo estuve mal"; "Él no quería golpearme"; "Me dejó porque no podía tener hijos"; "Quiero tenerlo contento" son frases que se repiten y adquieren un grado de violencia extremo sobre dos mujeres en esta obra teatral.

Con una puesta despojada en la que predominan los grises apenas salpicados por el color de las cajas que arman Esther y Alma;  "Fábrica de Chicas" nos pone en escena el famoso "sentido común" sobre la violencia de género para transformarlo en un monstruo de clichés y prejuicios  y así devolvernos esa mirada en espejo sobre cómo las mujeres podemos lastimarnos a nosotras mismas.

Con actuaciones contundentes y un espíritu reflexivo "Fábrica de Chicas" actualiza la escena porteña teatral y nos ofrece un universo que no tiene tiempo o espacio que no sea el de un presente triste donde el machismo devora psiquis y cuerpos.

Hablamos con su director y protagonistas:

- Hablás de la obra como un fluir de conciencia ¿cómo es eso?; ¿cómo fue el proceso de crear "Fábrica de Chicas"?

Osvaldo Peluffo (OP)- Tomar conciencia de esta problemática y comenzar a conquistar en mí la falta de preocupación por un tema tan pesado y actual como la violencia de género fueron el punto de partida. Todo un desafío y a partir de ahí es donde digo: “un fluir de la conciencia”.  Emergió una escucha distinta, no sólo para con los demás sino también para conmigo mismo. Recordar historias familiares que transité y otras que me han  contado. Ahí fue cuando surgió la necesidad de volcarlas al papel y recorrer un camino de investigación tan duro como apasionante.

- Verónika ¿Cómo es interpretar a Alma? Me refiero a identificarte con un personaje que si bien da pena, al mismo tiempo dan ganas de decirle "despertáte".

Verónika Ayanz Peluffo (VAP)- ¡Es maravilloso! Alma genera en el espectador un montón de emociones diferentes en el transcurso de la obra y siento que cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de explorar esos sentimientos. Como intérprete yo misma tuve que hacer ese trabajo para "acercarme " a Alma sin juzgamientos y con respeto por todas las mujeres a las que ella representa. La pregunta sería desde que estado de vida quiero hacerla  "Despertar" y ¿Para qué? ¿Puedo hacerme cargo de acompañarla para que despierte? ¿A qué debo yo despertar? Como actriz es una experiencia soñada pasar por tantos matices en un solo espectáculo. Una no siempre se identifica con los personajes que interpreta y eso es lo mágico: darle vida a un ser con el que uno no comulga al ciento por ciento. Ese es, como artistas, nuestro gran desafío

- ¿Cuál es el momento en dónde sentís que Alma crece como mujer?

(VAP)- Creo, no quiero develar nada, que al final del segundo acto. Cuando logra, a su manera, pedir ayuda. Se requiere de mucho coraje para decir "ayudáme". El espíritu de supervivencia es muy fuerte, Alma es un ser con una pulsión de vida muy grande, ella quiere agradar, amar, ser amada y en ese deseo pierde de vista el cómo lograrlo. Aceptar y pedir ayuda para ella, como para todo ser humano que vive una situación de violencia es un gran paso…pero después hay que sostener esa decisión.

-Anabel, en cambio, da la sensación de que tu personaje tiene una fuerza arrolladora y una especie de ying- yang. Hay una reivindicación de la mujer llevada a cierto grado de masculinidad que la hace temible pero al mismo tiempo consciente de sus contradicciones. ¿Cómo fue imbuirte en Esther?

Anabel Ferreyra (AF)- Imbuirme en Esther fue un proceso que requirió un trabajo consciente para comprender al personaje desde su propia problemática. Visualizar y explorar sus fortalezas y debilidades.

Criada por un padre severo, sin el amor de su madre, con un deseo frustrado de fertilidad y un matrimonio con reminiscencias violentas, ella fue transitado su propia existencia; de allí, también, emergieron sus contradicciones. La búsqueda de Esther, su corporalidad, sus tonos, su rigidez se me fue revelando a lo largo de los ensayos, me permitieron encontrar la pulsión, esa energía profunda tan de ella  para luego volcarlo en la acción dramática.

- ¿Sentís que Esther termina siendo una especie de madre para Alma? ¿Está en la idea de maternidad una pequeña salvación ante la violencia, un "darse cuenta"?

AF- Sí, un darse cuenta que puede haber una transformación, que hay un camino menos doloroso para su vida. Si bien Esther es joven para ser abuela, como ella misma lo dice, siente que puede asumir ese compromiso y el de acompañar a Alma por el resto de su vida.

- Osvaldo, al abordar la problemática de la violencia de género lo hacés desde el universo femenino dónde uno creería que hay un rechazo pleno pero sin embargo se escuchan y se repiten ideas que están lamentablemente arraigadas (ej: ella se lo buscó). ¿Investigaste esas convenciones?; ¿Buceaste en historias particulares para crear los personajes de Alma y Esther?

OP- Siempre me atrajo el universo femenino por distintos motivos. En mi época de estudiante recuerdo haber quedado fascinado por un gran artista como lo fue Ingmar Bergman y también como hacia hablar a sus personajes un hombre como Federico García Lorca, por lo tanto, debía cuidar la manera de expresarse de Alma y Esther; y es verdad cuando te referís a las frases que están profundamente arraigadas como por ejemplo “Ella se lo buscó” Lo más triste de esa escena es que no está dicha por un hombre que sería la justificación de sus comportamientos violentos, un acto imperdonable. Quien lo enuncia es una mujer que juzga el comportamiento de otra mujer. Y este es el universo que explora "Fábrica de Chicas". Es un bisturí que va a fondo y duele.

Para llegar a profundizar sobre este tema me sumergí en el mundo de la sociología. Me di cuenta como dice el Dr. Johan Galtung (sociólogo noruego que se especializa en la investigación de los conflictos sociales) que para que exista la violencia estructural (discriminación, opresión, pobreza, hambre, explotación y violación de los derechos humanos que comienzan en la familia y se extienden hacia la comunidad) debe existir la violencia cultural que es la que acepta y legitima a la primera. Los personajes que estaba creando debían hacer un uso excesivo de esa violencia cultural. Frases que escuchamos a diario y que sin darnos cuenta se van sumando a nuestra manera de concebir la vida. Ambos personajes, Alma y Esther, están creadas desde historias de personas reales. A veces muy cercanas y otras que estaban guardadas en el cofre de mis recuerdos

- Dirigir una obra con una temática tan sensible? ¿Lo vivís como un acto de concientización?

OP- La sensación es fantástica. La vivo con una plenitud intensa. Sobre todo teniendo en cuenta que una de las actrices es mi esposa y la madre de nuestro hijo que a su vez es nuestro asistente técnico en el espectáculo. Juntos hemos transitado un tema sensible y como premio el comentario de nuestro hijo después del ensayo general:…”después de escuchar a estos personajes, me daría vergüenza convertirme en esos hombres de los que ellas hablan”.

- ¿Y ustedes chicas cómo lo viven?

VAP- Creo que es muy positivo que escuchemos tanto sobre el tema, pues es indicador de que como sociedad precisamos sacar a la luz algo que pasa desde tiempos inmemoriales. Es un gran avance que se visibilice. El arte genera diálogo y el diálogo, como el don de transformación, es la herramienta más poderosa de la condición humana.

AF- Según los datos duros 8 de cada 10 mujeres viven la violencia, entendiendo que ésta no es solo física, sino también psicológica, patrimonial, sexual y económica. Un duro entramado de discriminación y desigualdad. Muchas veces el temor constante de las víctimas, es lo que les impide hablar y denunciar estos hechos aberrantes y otras veces, lamentablemente, la violencia se ha naturalizado; se la significa como un comportamiento “normal” como podemos verlo en “Fabrica de Chicas”.

Para atender ésta problemática no solo hacen falta conocimientos teóricos sino, y sobre todo,  el análisis y la reflexión sobre nuestras propias creencias, prejuicios y formas de relacionarnos. También pienso que es fundamental aprender a escuchar y establecer vínculos de apoyo, redes humanas. Por eso lo que pretendemos a través de ésta historia teatralizada es generar  consciencia y debate acerca de la temática convocando a profesionales, instituciones educativas, centros culturales, ONGS, para que a través del mismo, pueda visualizarse la problemática y seguir aportando, juntos, nuevas preguntas y nuevas respuestas.

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Todos los sábados a las 21 hs. se presenta “Fábrica de Chicas”, nueva propuesta, sobre la violencia de género, escrita y dirigida por Osvaldo Peluffo, protagonizada por Anabel Ferreyra y Verónika Ayanz Peluffo, en el Teatro El Damero de Gina Piccirilli,  Deán Funes 506. Entrada $120.-   (Desc. Estudiantes y Jubilados)  - Tels. / Informes: 20602278 / 113087 3247