En el único día libre de la semana, estos personajes tan disímiles se reúnen. Lejos de sentirse solos se acompañan y están anclados en distintos momentos del tiempo.  Carmen, dueña del salón unisex que lleva su nombre,  es también artífice de una verborragia con el acento en el origen de las palabras  y también del amor que parece no olvidar: Edgardo, su ex que la abandonó tiempo atrás. Las palabras avasallan a Carmen, y  no a Elvira, su apocada y silenciosa asistente que no habla desde hace más de 20 años cuando Marcos, su pareja,  se marcha a trabajar en una represa hídrica.

El grupo se completa con el cliente más peculiar, Leónidas, un joven con una obsesión y un plan a concretar: quiere tener el pelo más largo para conocer a la chica de sus sueños.

La linealidad no es la esencia de esta pieza: Se sitúa en el presente de Carmen (Mónica Raiola), cuya personalidad tal vez se aleja bastante de la imagen del peluquero tradicional: anota en su libreta términos, los analiza y reflexiona. Edgardo está latente siempre. De Elvira (Emma Rivera)  poco se conoce hasta que  retrocede unos 25 años atrás para dar con la Elvira del pasado. Están en la peluquería de Edgardo. Su novio  Marcos emprende un viaje por motivos laborales y necesita cortarse el cabello, ante la negativa de su chica y unos  apasionados besos con guiños a los melodramas más viejos. El anhelo de Leo (Martín Piroyansky) por el futuro y conocer ese gran amor lo lleva por caminos de lo más inesperados.

Después de Demo (2012) Ignacio vuelve con esta obra que adquiere un tono de comedia como su antecesora, casi sin pensarlo. Lo gracioso en Lunes Abierto, proviene de la consistencia de sus personajes: ellos están convencidos de lo real de sus experiencias.  “Cuando había escrito Demo, no sabía si eso iba a hacer reír, fue algo que pasó con los ensayos y con la puesta.  Acá sucedió  algo parecido. Quizás el ´trabajo´fue trabajar con lo fantástico y creer en eso, desafiar a la realidad y creer que esos acontecimientos son verdaderos. Creo que cuando algo de otro orden se toma con mucha seriedad, el resultado da risa”, asegura el director.

El deja vù o las “señales” son vitales para conectar a Leónidas, Carmen y Elvira: “Me gustaba pensar en la idea de algunas sensaciones que no se pueden explicar, que a veces los humanos conectamos con alguien y no entendemos por qué o tenemos la sensación de que los conocemos de otras vidas, de otros tiempos”, puntualiza Mestre. Por eso tal vez Carmen tiene una fijación con los términos para darle una direccionalidad a la trama. “Me gustaba convertir ese capricho de Carmen en algo que le dé sentido a la obra. Qué eso que sembró al inicio resuene en el final. Quizás es algo mío, le presto mucha atención a cómo se escriben y cómo suenan algunas palabras”.

La escenografía se articula con este texto que desafía la realidad y la temporalidad: en un amplio espejo horizontal se reflejan Leo, Elvira y Carmen a excepción de los flashbacks. “La escenografía la pensamos con Martín Huberman, él se encargó del diseño y  después de leer la obra, sostenía que la clave estaba en el espejo. Luego entendimos que si estábamos dejando que el público se refleje en el espejo no podía pasar lo mismo en el pasado. Lo que vemos en el pasado es un recuerdo, casi una película, algo muy subjetivo, entonces eso era mucho más libre”.

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Lunes Abierto

Sábados 21 hs, Teatro Beckett,  Guardia Vieja 3556. Entrada general $120 - Estudiantes y Jubilados $90. Duración: 65 minutos.

Intérpretes: Mónica Raiola, Martín Piroyansky, Emma Rivera, Pía Patruno y Juan Manuel Castiglione. Iluminación: Brenda Bianco. Vestuario: Mariel Fernández. Realización de escenografía: Ariel Vaccaro. Canción: Rosario Ortega. Asistencia de dirección: Agustín Scalise.