"Conjunto vacío": Cuando el orden del producto sí altera los factores
Con el espíritu de lo "conceptual", la primera novela de la artista visual Verónica Gerber Bicecci, reflexiona sobre un histórico personal donde la evasión y lo que falta dicen tanto como lo que está presente.
¿El vacío se define por su faltante, por lo que no es? ¿O tiene su especificidad? ¿Son los desaparecidos, los ausentes, un vacío? La primera novela de la artista visual mexicana Verónica Gerber Bicecci narra un mundo de conjuntos, universos y recortes personales enlazados por líneas cerradas, como las creadas por John Venn hacia el 1880, que llevan al lector a recorrer una historia fragmentada en la que el orden de lo que se va revelando opera sobre la densidad de la trama.
“Conjunto vacío” (Sigilo, 2017) se inicia con una ruptura amorosa entre Verónica – cuyo nombre llegará mucho después luego de incontables “yo”- y El Tordo. Pero en realidad, tal y como plantea la narradora, los principios y los finales pueden cambiar con las perspectivas y los detalles. Una de las primeras marcas particulares del relato es que casi todos los personajes tienen su representación matemática en un mundo de conjuntos (relaciones) que se cruzan y generan nuevos universos. Si Tordo es (T), Mamá (M), Yo (Y), Abuela (AB) o incluso una salsa pico de gallo es (SPG), “papá” (Lito), Nuar (un gato) o algunas amigas no adquieren esa particular forma en el Universo (U) que habita (Y) o en el paralelo (UII) que va construyendo.
"Aquí es donde esta historia termina" puede leerse en la página 55. Sin embargo, las hojas, los esquemas y las palabras siguen sucediéndose. ¿Qué es ese final prematuro?, ¿Qué historia se termina? "Todos estamos buscando huellas o haciéndonos preguntas" y al mismo tiempo: "Hay cosas, estoy segura, que no se pueden contar con palabras".
El juego de los detalles y las pistas está presentado desde las primeras líneas en la que la narradora avisa "Estoy condenada, particularmente, a la renuncia." El leve tono de ensayo personal o reflexión se amplía por fuera de las relaciones amorosas para pasar a lo familiar: una madre argentina ausente, exiliada en México en 1976, una historia con fantasma que más tarde puede conectarse- por sus cualidades de recomposición y combinación - con unas misteriosas cartas cuya razón al principio resulta confusa.
Hay dos caminos, el más lento de la suma o el más rápido de la multiplicación, para retener los lenguajes y las menciones, sin ánimos de azar ,desarrolladas por Gerber Bicecci, que obtuvo con esta novela el Tercer Premio Internacional de literatura Aura Estada en 2013. La linealidad es posible pero también los saltos entre las representaciones, el lenguaje de observación astronómica, la teoría de conjuntos- cuya enseñanza estuvo prohibida en la dictadura argentina por ser matemática moderna y "subversiva" según se indicaba en el manual de "Cómo reconocer la infiltración marxista en las escuelas" aplicado en particular en la provincia de Córdoba, donde vive la familia que no se exilió de (Y)- o lo expresado en una muestra de arte.
También está el poder del secreto ("Un secreto es como un subconjunto invisible); cartas cuyas palabras necesitan de un pequeño esfuerzo de orden para ser leídas; como en esos libros infantiles que invitaban a ejercitarse para ser un espía y aprender a leer en espejo o creando códigos. Y es que (Y), Verónica, busca relatar una historia no solo a partir de ausencias- como los desaparecidos o exiliados de la dictadura argentina, la muerte de una escritora con un único libro o los cuerpos perdidos en el desierto de Atacama- sino también de intereses como los triángulos, la teoría de los conos o la dendrocronología, la ciencia que estudia los anillos del tronco de un árbol y así puede calcular la edad del mismo y su historia. Intereses que construyen la voz narradora y le dan una humanidad más compleja que un esquema y al mismo tiempo más simple que una elaborada teoría.
Y es que el orden y la historia- "¿Cuál es la naturaleza del tiempo?", se pregunta Stephen Hawking leído por (Y)- se convierten en las líneas que abren y cierran "Conjunto vacío". Una obra donde una "teoría de las heridas", de lo que falta y ya no está, puede ser leída como los diagramas de Venn "desde arriba" sin por ello dejar de acceder a la sensibilidad de saber narrar con todos los elementos disponibles que ofrece el factor de lo alterable: la cuota autobiográfica.
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Conjunto Vacío, de Verónica Gerber Bicecci
Novela
Sigilo, 2017
208 p.