''Chéjov me permite hablar de mis pesadillas y esperanzas”
Con “Ensayo sobre la gaviota” Savignone pone sueños, presente y trayectoria sobre el escenario. El actor y dramaturgo habla desde los clásicos hasta la actualidad del teatro
Daniela Pereyra (DP)-¿Por qué Chéjov, por qué La Gaviota?
Marcelo Savignone (MS)- Chéjov es uno de los autores que más me provoca para pensar el teatro. Lo vengo investigando hace bastante, en 2006 monté una obra que se llamaba “El Vuelo”, que combinaba Tio Vania y La Gaviota, y en 2013 estrené una versión de Tío Vania. Con las ganas y necesidad de seguir profundizando es que monté “Ensayo sobre la gaviota”. Los temas que desarrolla Chéjov me siguen conmoviendo con la misma intensidad que hace nueve años. Siento que es un autor que me permite hablar de mi presente, de mis sueños, de mis miedos, de mis pesadillas, de mi esperanza.
DP-En la obra hay una inquietud por las nuevas formas en la escritura y en el teatro, ¿de qué manera los clásicos habilitan lo nuevo?
MS- Nuestro presente ha cambiado porque el mundo ya no es el mismo después de las guerras mundiales, Chéjov es anterior a eso, y pienso los clásicos como el teatro que se vincula a lo esencial, que habla de lo esencial y que eso necesita ser modificado por nuestro presente. Cuando uno hace teatro no representa una pieza de museo, sino que representa algo vivo, y para que esté vivo tiene que involucrarnos y hablar de lo que nos pasa hoy, sociedad 2015. De los clásicos, me interesa cómo se vinculan, cómo pensar la vida, cómo hace un siglo atrás los temas siguen siendo los mismos. Avanzamos en muchas cosas, pero la infelicidad sigue estando presente como hace un siglo atrás, entonces el teatro tiene la necesidad y la pulsión de seguir hablando de eso, y Chejov me permite hablar de todas esas cosas.
DP- Hay un denominador común entre las ideas de adaptación, interpretación y ensayo, que es la búsqueda, la intención, el experimentar. ¿Cómo se relaciona esto en la puesta en escena?
MS- La puesta se vincula a la búsqueda, no sólo a lo teatral, sino a la búsqueda del ser humano. Se trata de una acción que tiene consecuencias estilísticas pero que siempre van a estar acordes a poder hablar del sentido, de lo que hoy queremos contar. Lo esencial está en la búsqueda, en el intento de conmovernos y conmover, y ahí puede tener forma de ensayo, de adaptación, muchas formas, pero hay algo que construye que es anterior a todo, y es la posibilidad de buscar, de vincularse a lo desconocido, la curiosidad de encontrar lo desconocido dentro de lo conocido.
DP-¿Cómo trabajaste esa propuesta con los actores de “Ensayo sobre la gaviota”?
MS- Hace un año que lo venimos trabajando. En diciembre de 2013 hicimos el primer acercamiento, repartimos los personajes, empezamos los ensayos y todo el año pasado trabajamos hasta que pudimos dar con la obra. Yo tengo hipótesis pero entiendo el teatro haciéndolo. Tengo disparadores para empezar a probar y lo entiendo modificándolo; entonces la charla es diaria, hasta que en un momento la obra misma se convierte en una entidad autónoma que ya no nos pertenece.
DP-¿Cuál es el rol del espectador dentro de esa propuesta?
MS-El espectador es el que produce el teatro, es un rol fundamental, el teatro se produce a partir de la llegada del espectador. El actor como el espectador están en la misma zona, eso es sumamente importante, en esa igualdad, cuando uno es genuino y sincero, se genera diálogo con cualquier persona, entonces la búsqueda trata de ser genuina, sincera.
DP-La música ocupa un lugar muy importante, ¿cómo la pensaste?
MS- En todas mis obras la música es muy importante porque soy músico y siempre pienso el teatro como un todo: el movimiento, la música, la actuación, todo unido, me gusta pensar como el teatro oriental que no separaba. La música para mí es como las otras artes jugando en un arte, va llegando a la obra, y es sumamente intuitivo. Yo me baso mucho en lo intuitivo, y después eso inconsciente se vuelve consciente. La música va llegando de parte del equipo con propuestas y decido en función de lo que intuyo que va a ser la obra. Y de repente aparece un tema que no hay duda que es la obra y empiezo a componer por necesidad, de esa forma me vinculo a la creación, con mucha disciplina, mucho ensayo, pero también es un proceso muy caótico, muy azaroso.
DP-¿Cuál es tu opinión sobre la dramaturgia actual?
MS- Yo me siento alguien que crea, y me gusta ir a ver creadores. Hay mucho teatro en Buenos Aires, mucha dramaturgia. Tal vez el dramaturgo se está transformando, como el actor y el director se transformaron. Por ejemplo, el director pasó a ser muy preponderante, y en ese sentido se está transformando. Hay muy buena dramaturgia, y gente que escribe muy bien. Por suerte Buenos Aires tiene un teatro extraordinario, es increíble la cantidad de producción teatral y lo noto muy ferviente y apasionado
DP-Contános sobre tu trabajo con las máscaras.
MS- Yo me formé en la técnica de Jacques Lecoq, todo que lo que refiere al teatro físico y el teatro con máscaras. En un momento me crucé con Andres Pérez Araya, un actor chileno que me puso una máscara balinesa. Junté plata y me fui a Bali a buscar máscaras y empecé a investigarlas con absoluta entrega.
DP -¿Qué te generaron?
MS- Por un lado, una cuestión inexplicable y por otro, me generaron la visión del teatro: el teatro como máscara que tiene oculta una contramáscara que necesita ser revelada. La máscara es sabiduría teatral, es como si uno intentara acercarse a ellas como a los textos clásicos. Uno va hacia el pasado y empieza a entender que el teatro es un ser muy sabio, que sabe mucho porque ha mirado mucho la vida y la ha experimentado mucho. Las máscaras tienen que ver con el inicio del teatro y como todo inicio porta su desarrollo. Las máscaras tienen ese suspenso, a mi me cambiaron la pedagogía, mi forma de ver el teatro, de pensar la construcción del personaje, ahí pienso en jugar a ser todo lo que somos. Las máscaras son una herramienta teatral y solo se sostienen a través de la sinceridad y del actor, hay que dejarlas que vengan con alegría y sinceridad.
DP-Y el juego entre la cara que oculta y la que muestra
MS- La máscara rompe lo social, rompe la estructura social que tanto nos condiciona. El teatro está hecho para romper mandamientos y cuando rompemos lo social los valores están muy claros pero la inmoralidad es un tema y eso le viene muy bien al teatro, porque es un poco inmoral, un poco anormal, para cotejarse con los límites. El teatro fue donde estuvieron los primeros travestis, en la comedia del arte la mujer ocupaba el centro de la escena y tardó mucho en nuestro mundo en ocupar ese lugar. El teatro es bastante vanguardista ha hecho muchas cosas que la sociedad con el tiempo aceptó, como que alguien se pueda cambiar el nombre.
DP-Pensando en las distintas áreas en las que hacés teatro: la formación, la actuación, la dirección, ¿para qué sirve?
MS-No sé si es indispensable, pero si necesario. Y tiene muchas funciones, está relacionado con el ver, y no con juzgar. El teatro no está para señalar con el dedo, está para involucrarse, mostrar lo frágiles que somos los seres humanos y ejercitar la compasión en cada espectáculo. Uno va al teatro a ver gente que pierde, que sobrevive y si uno puede ejercitar la compasión es importante.
DP-¿Qué pasa cuando se genera la identificación?
MS-La identificación es importante, ya es un paso casi sagrado, es un pacto sagrado y secreto. Para mí lo más importante es sentir un enorme placer, y en cada función sentir que esto es lo que quiero hacer.
Entrevista: Daniela Pereyra.
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“Ensayo sobre la gaviota” puede verse todos los domingos, 20:30 hs. en La Carpintería Teatro – Jean Jaures 858 – CABA