La preocupación en los jardines comunitarios: cada vez hay más chicos que no cenan
En estas instituciones el trato con los chicos es integral. En muchos casos no solo les dan de comer sino que además charlan con los padres para ver qué necesitan. Los docentes aseguran que, desde hace unos años, la situación social es mucho más alarmante.
Es la hora del almuerzo. Cerca del primer patio del jardín Mi Futuro hay una puerta que da a la dirección y de ahí se entra directamente a la cocina. Dos bandejas están sobre la mesada. Nancy, la cocinera, se disculpa por el desorden. Los chicos acaban de comer. Solo en algunos platitos sobraron fideos. “Esta cocina es como mi casa” nos dice ni bien entramos. Se nota que está orgullosa de su trabajo.
El jardín comunitario Mi futuro tiene nada menos que 38 años, allí concurren 250 chicos y trabajan 23 maestras. Tienen dos turnos y jornada completa. Esto implica que desde las 7 de la mañana las puertas están abiertas para que los padres lleven a sus hijos y los retiren a la tarde cuando vuelven de trabajar. Los que se quedan hacen todas las comidas, desayunan, almuerzan y comen algo a la tarde.
Nancy abre su libreta, nos cuenta qué les preparó los últimos días. Comieron milanesas, carne al horno y empanadas de humita. A veces se queda fuera de hora para adelantar trabajo, nos dice. Mientras charlamos entra Antonia, la coordinadora de mi futuro. “Hay madres que nos cuentan que a la noche los chicos no comen entonces nosotros prestamos atención para que desayunen bien cuando entran” nos confiesan. El testimonio es fuerte.
“La diferencia de estos jardines con los otros es que acá si algún padre no puede pagar el chico viene igual. En uno privado come el que paga, el que no, mira” agrega Antonia. Los días anteriores habían conseguido barata la bolsa de papa y se veía los paquetes mayoristas de fideos en los estantes. Tienen una ayuda para alimentos no perecederos pero todo lo que es carnes y verduras lo pagán ellos. “Los chicos comen bien” dice Nancy que hace 8 años trabaja en el jardín. “También hago pan casero” agrega.
Daniel es el coordinador del Jardín Sagrado Corazón de Jesús. Allí concurren 185 chicos y tiene cinco salas entre turno tarde y turno mañana. Cuando arranca el ciclo lectivo hace una encuesta de ambientabilidad a cada familia. “Les preguntamos cómo es su casa, de qué material es el techo. Si tienen gas natural o envasado. Si tienen hermanos. Como son las habitaciones. Nosotros los coordinadores gestionamos las demandas sociales ante el estado o ante un privado. Nosotros le decimos ante la familia que si no anda la luz de la calle nos avisen”. Esta encuesta le sirve también para becar a los hijos de los padres que no pueden pagar.