Mirá cómo crecía el cerebro de un niño neandertal hace 49.000 años
Con una impresora 3D, especialistas lograron recrear el desarrollo del órgano pensante de un niño neandertal de casi 8 años cuyos huesos fueron hallados en Asturias, España.
En un trabajo publicado en la revista Science y liderado por investigadores españoles se analizó comparativamente el crecimiento de un niño neandertal de ocho años y uno nacido en este siglo.
A partir de los huesos hallados en la cueva asturiana de El Sidrón, al norte de España, se examinó al niño que vivió hace 49.000 años.
“Así sería su cerebro”, indicó el paleoantropólogo Antonio Rosas mientras sostenía una recreación realizada con una impresora 3D del mismo.
"Se decía que crecían [los neandertales] antes que los sapiens, pero hemos demostrado que realmente compartimos un mismo patrón de crecimiento con algunas diferencias. Las más importantes son la maduración de la columna vertebral y el crecimiento del cerebro", detalló el científico.
Ese patrón de crecimiento que compartimos, explica, probablemente ha sido heredado de un antepasado común: el Homo antecessor, una especie que vivió hace entre 1,2 millones de años y 800.000 años.
"Las vértebras terminaban de crecer más tarde en los neandertales, con un desfase de unos dos años", planteó Rosas y destacó que el niño analizado tendría un desarrollo vertebral equivalente al de un humano moderno de algo más de cinco años. Y apuntó: "Probablemente esas modulaciones de la columna vertebral están en relación con la forma del tórax de los neandertales, que era más ancho que el nuestro".
Bautizado científicamente El Sidrón J1, presentaba un ritmo de crecimiento “muy similar” al de los niños actuales. Con una diferencia: su cerebro. Los neandertales tenían una mayor capacidad craneal que los humanos modernos, 1.520 centímetros cúbicos frente a 1.195.
El niño murió con 1.330 centímetros cúbicos, casi el 88% del total. A esa edad, subrayan los investigadores, un niño actual ya ha desarrollado toda su capacidad craneal.
En los sapiens, crece primero el cerebro y luego el cuerpo “recupera de golpe todo el tiempo perdido con el estirón de la adolescencia”. Esta es una estrategia evolutiva que “permite a los niños pasar mucho tiempo aprendiendo, adquiriendo conocimiento”, según explicó otro de los especialistas involucrados en el proyecto, Luis Ríos.
El estudio del esqueleto no ha mostrado indicios de que padeciera alguna patología por lo que se desconoce hasta el momento la causa de su muerte.
El País/El Mundo/Agencias