“La jueza María Servini de Cubría adujo un intento anónimo de extorsión, realizado por teléfono, para solicitar la censura previa del programa Tato de América", le dijo a Clarín, Eduardo Vocos Conesa, uno de los integrantes de la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial, en mayo de 1992. 


La misma jueza que terminó con el mandato de Cristina Fernández de Kirchner un día antes, aquella vez ni siquiera vio el tape que censuró. El revuelo por entonces fue total en la sociedad y la familia televisiva. Era el primer episodio de censura desde el retorno a la democracia y basta con ver las caras en el estudio de televisión.

Pappo, Soda Stereo, Gieco y Spinetta, mezclados con Mariano Grondona, Víctor Hugo, actores y músicos, entre Fernando Bravo y Bernardo Neustadt.

Según crónicas de la época, "la reacción de Servini de Cubría, estrechamente ligada a funcionarios como el subsecretario general de la Presidencia, Carlos Corach, el ex secretario de Justicia, César Arias, y el empresario Jorge Antonio, y el fallo de la Cámara se producen en un momento en que el Gobierno encara una fuerte presión contra diversos medios independientes, a través de ataques desde el canal oficial de televisión ATC".

Las imágenes que no se vieron

Aunque no había visto el programa, Servini de Cubría objetó dos breves escenas de unos ocho segundos en total. En ellas, un personaje animado por Tato -Helmut Strasse, un arqueólogo del año 2492, especializado en la por entonces desaparecida Argentina- hacía referencia a la escueta multa de 60 pesos con la cual la Corte Suprema de Justicia sancionó el 3 de marzo a la jueza por graves irregularidades en la causa por lavado de narcodólares, bautizada como el caso Yoma, de la que finalmente fue separada.

Servini de Cubría utilizó un argumento llamativo por su debilidad: aseguró que un llamado telefónico anónimo le alertó que el domingo, en el programa de Tato Bores, se emitirían escenas ‘referidas a su persona con caracteres injuriosos’ y ‘difamantes’.

La jueza solicitó ‘el secuestro inmediato del tape o, en su caso, que se impida provisionalmente la proyección’ de esas escenas. El pedido fue rechazado por una Jueza en primera instancia, Alicia Barbagallo, y la Cámara, con una celeridad inusual, resolvió acceder a la demanda de la Servini.

La respuesta del programa de Tato Bores fue (es y será), inolvidable.