Un fantasma recorre España, el fantasma del separatismo

España es un complejo de culturas diversas que tiene un paraguas llamado Reino que engloba los diferentes sentires idiosincráticos. No es nada nuevo. Algunas de esas “provincias” pugnan con fuerza su autonomía, una mirada neologista de la independencia, peyorativamente llamada separatismo.

La región vasca es la más mentada, tan es así que se la conoce como País Vasco, con su partido político, su grupo terrorista, su idioma y su Bielsa. La ETA no ha logrado ser precisamente un argumento a favor de convencer a nadie sobre sus derechos e inquietudes autonómicas, pero subyace en ese método abominable del terrorismo un interés genuino de la ciudadanía de independizarse del reino de España. Por eso cuando se habla del problema vasco se dice que es “muy delicado”, porque no tiene solución.

Otras regiones menos estridentes tienen su propia naturaleza: la cantidad de idiomas, más que dialectos que se hablan en España es asombrosa, para ser un país tan pequeño en extensión: los gallegos hablan gallego, los valencianos hablan valenciano, los vascos hablan euskera, por nombrar los más conocidos, y los catalanes hablan catalán. Ninguno pospuso por completo su “palabra” ante el castellano, prueba de ellos es que los canales regionales aún persisten en informar desde su propia lengua. Si el reino de España fuese un cuerpo la todavía hoy compleja unidad sería un síntoma de que algo no funciona del todo bien.

Ayudó en estos últimos 50 años a la unión de lo que se conoce como España el siglo veinte con sus organismos, su comunidad internacional, su pax económica y, no es para despreciar, los éxitos deportivos. En esta última década España ganó todo: en el básquet, en el tenis (a nivel individual y colectivo, la copa Davis), la vuelta de Francia, el Tour de France (que a nosotros nos interesa jota pero que es un torneo de ciclismo valoradísimo en Europa y España logró alcanzar por primera vez), podemos sumar la institucionalización de La Liga española como La Liga del Mundo, el Barcelona como equipo total de todos los tiempos y, especialmente, la Eurocopa y el primer Mundial de fútbol de su historia. El deporte es importante y une a los pueblos, hasta el punto que en España buscaron ponerle letra al himno, que era instrumental, y que por eso rankeaba entre los más anodinos a la hora de acompañar las competencias deportivas desde las gradas. No conformó a nadie la letra, pero lo intentaron, eso sí, sí se puede.

Pero sin lugar a dudas lo que ayudó a desactivar los separatismos varios, y a condenar desde todos los sectores los grupos independentistas (los más radicalizados y los más sensatos) fue la bonanza económica: el gran disciplinador social. La crisis de los países periféricos de la zona euro, el desempleo feroz, especialmente en los jóvenes, la caída en la calidad de vida, y de postre los ajustes despiadados, con su correspondiente represión policial, depositaron a los correctos ciudadanos catalanes en las orillas de la expectativa por su independencia.m

Siempre Cataluña desarrolló sus ansias separatistas de una manera más occidental ante la comunidad internacional. Partidos de fútbol con la selección local, el desarrollo de su idioma en algo aristocrático, la pertenencia in situ, forzosa, de lo catalán, ante el visitante ocasional. Esta crisis económica le dio luz verde al parlamento de avanzar en un plebiscito ante sus ciudadanos para preguntarle si quieren o no ser una patria independiente. Y pusieron primera, ayer, y apretaron el embrague, hoy.

Para combatir la crisis económica se aprobó para el presupuesto 2012: mayor ajuste, ayer también, pero en Madrid. Seguirá la recesión que postergará la agonía de la recuperación, que se espera para 2013, y le da un añito más a los pueblos con ansias separatistas de pensar en planes de largo plazo. Los que se quieren independizar son los ricos, nada nuevo en la historia de la humanidad. El 80 por ciento de los lectores de La Vanguardia, el diario más importante de Cataluña, apoyan la decisión de la generalitat de impulsar una “consulta de autodeterminación”. Esto no signifique que pase ahora, ya, pero sí que por primera vez se está planteando seriamente.

La coyuntura es lo más urgente, y la coyuntura es la crisis económica, pero lo más importante que está pasando en España hoy por hoy es de lo que nadie habla, de lo que nadie quiere hablar, de lo definitivo que puede ser para el futuro del reino de España si lo resultados de ese  plebiscito catalán superan el 75 por ciento. El PP se opone pero el PP es el Reino de España (Rajoy dijo que impedirá por cualquier medio la consulta), el PSOE no sabe bien qué decir, ni donde pararse, los diarios no le dan la importancia debida, salvo los catalanes. En fin, movió Barcelona, un minuto del primer tiempo.

El poeta César Vallejo escribió eso de “España, aparta de mí este cáliz” respecto de la injerencia de la iglesia en los asuntos sencillos de los mortales. Habrá que modificar esas líneas: España no apartes de mí este Cádiz, ni Valencia, ni Euskadi, ni Cataluña. Veremos cómo sigue, pero presentándole la atención del caso.