Se cumplen 7 años del asesinato del maestro Carlos Fuentealba
El culpable de su muerte, el policía Darío Poblete cumple condena perpetua pero goza de salidas transitorias y se pasea por las calles de Neuquén. La causa Fuentealba II busca condenar a los autores intelectuales y políticos del hecho, y apunta contra el exgobernador Rafael Sobisch.
Este viernes es otro día de homenajes y reclamos por el aniversario del asesinato de Carlos Fuentealba, maestro y delegado gremial neuquino.
Aquel 4 de abril de 2007, Carlos Fuentealba se retiraba de una marcha junto a otros miles en reclamo a la falta de respuesta del gobierno de Sobisch, cuando una granada policial ingresó en el auto que viajaba y lo mató.
Un año después la justicia condenó a prisión perpetua al autor material de su muerte, el policía Darío Poblete, en lo que se conoció como la Causa Fuentealba I. El oficial cumple su encierro en una cárcel federal, aunque hay denuncias que acusan a las autoridades de permitirle salidas transitorias por las calles de Neuquén.
Distintas organizaciones sindicales y organismos de derechos humanos junto a la viuda del maestro, continúan exigiendo por el avance de la Causa Fuentealba II, para que se realice el juicio y castigo a los responsables intelectuales y políticos, con Sobisch a la cabeza.
Fuentealba era profesor de química, tenía 40 años, estaba casado con Sandra Rodríguez y tenía dos hijas. Su delito fue ser delegado gremial docente y participar en el reclamo que organizó ATEN (Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén) después de un mes de huelga, sin respuesta oficial del exgobernador Sobisch.
El nombre de Fuentealba es sinónimo en todo el país de la lucha docente. Su nombre es más que una plaqueta en algunas aulas de escuelas neuquinas o en lugares donde tan lejanos como la Sala de Convenciones y Exposiciones de la Dirección de Cultura de La Banda en Santiago del Estero.
Carlos Fuentealba se llama un salón del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti que funciona en la exESMA, también distintas agrupaciones sociales tomaron prestada su lucha y hasta la biblioteca que se construyó en el excentro clandestino Olimpo, donde operó la dictadura en el barrio porteño de Floresta, llevan su nombre.
Inolvidable ya para la memoria donde todo está guardado, allí el maestro neuquino está presente, hoy y siempre.