Ramonet en 678
Un lujo lo de Ramonet anoche en 678. Uno cambiaba y veía en Canal 26 a Leuco Metralleta defendiendo a Tato, a Pepe todavía enojado porque hay un exceso de testosterona (sinónimo para él de que hay un machismo en eso de festejar que al país le vaya bien -o mejor que a varios que antes eran espetados como modelos a seguir-) y Pato Bullrich recordándole a la gente que en octubre tiene una nueva oportunidad de votar a la CCC. Y más allá de esta comparación totalmente injusta para con el director de Le Monde Diplomatique Edición Española, lo que brillaba era una conciencia política acerca del rol de las empresas periodísticas en la vida de las sociedades contemporáneas, en eso que él denomina el Quinto Poder: los tres poderes tradicionales, el cuarto poder que supo jugar la prensa como contrapoder de los primeros y ahora un nuevo poder que expresa la denuncia de ver a esos medios no ya como un contrabalance sino como cooptados por el poder económico financiero mundial.
Esta nueva pedagogía, a la cual tanto contribuyen expresiones como 678, viene a denunciar una connivencia entre las empresas, los políticos/gobiernos y conglomerados mediáticos para convencer a la gente de las mieles del capitalismo globalizado, aún cuando esas personas no las ven y además sufren diariamente los males de dicho modelo socioeconómico. Esta nueva pedagogía viene a interpelar los mecanismos por los cuales estos medios, locales y globales, sujetaron durante tanto tiempo a sociedades enteras para hacerlas hablar de los temas que favorecían los intereses económicos, financieros, culturales, simbólicos que defienden bajo la máscara de la libertad de expresión y la libertad de prensa. Como decía Ramonet, y como ya se ha socializado por acá desde hace tiempo, en verdad defienden su libertad de empresa, es decir, piden poder operar como empresas capitalistas que prosiguen metas sectoriales vistiéndose de un bien común, colectivo, como es la defensa de poder expresarnos libremente en una sociedad democrática.
Protagonistas de esta nueva forma de leer la realidad que nos circunda (que eminentemente nos llega mediatizada por dichos actores sociales) son las experiencias de las redes sociales en sus más variadas formas (Facebook, Twitter, mail, mensajes, blogs, foros), lugares desde donde nació ese Quinto Poder que estructura un nuevo contrato con sus usuarios: hay otra información, hay otras miradas, hay otros análisis, hay otras voces, no todo es la reputación y el poderío simbólico de una gran empresa o corporación mediática y su agenda y mirada sesgada. En definitiva, una democratización del monopolio de la información, que antes poseía el periodista casi en exclusividad, pero principalmente los dueños de medios. Por eso no coincido con Sandra cuando dice que el contrato que proponen estos nuevos medios es más blando, menos profesional porque no hay cruzamiento de fuentes o porque se cita a Wikipedia en exceso. Porque lo mismo podríamos decir de los medios "tradicionales", más en estos tiempos. Ramonet lo graficaba con su concepto de que la información le agrega inseguridad a las sociedades actuales porque al haber adoptado el paradigma de la velocidad nada se chequea como se hacía en los tiempos de la prensa industrial, cuando se entregaba una noticia como un todo acabado. Ahora no hay tiempo para eso. En todo caso, se le da al lector el proceso de construcción de la noticia, sin terminar, en bruto, y ahí es donde el monopolio de la información se cae: cualquiera puede completarla, desde lo conceptual y/o tecnológico.
El nuevo contrato entonces no es de características operativo-periodísticas sino más bien pedagógico: el proponerle al nuevo lector una etapa de interpelación de lo establecido, la develación de que no puede existir una independencia y objetividad en el periodismo debido a ese juego constante de intereses cruzados, que la noticia es un hacer en constante devenir y que en definitiva la realidad es una construcción social histórica más que una verdad pre-dada que sólo hay que descrubrir.
Esa realidad, mediatizada mayormente, se nutre de juegos de visibilidad e invisibilidad de temas, según aquellos intereses antes mencionados. Y si la voz es una (aunque partida en miles de medios, pero siempre una sola), seguramente el manejo de esa agenda podrá responder a los intereses de una minoría en vez de la sociedad en su conjunto. Aliverti citaba bien ese poder de los medios de no cómo hacerle pensar a la gente sobre tal tema, sino en qué tema pensar. Esa voz única (por ejemplo, Murdoch, a nivel internacional; Clarín, a nivel nacional) pondrá en tapa los temas que no la perjudican y esconderá los que sí. Al multiplicarse las voces y los actores, ese proceso de cruzamiento de intereses se enriquece y será el usuario el que decidirá finalmente qué tomar de cada uno e intervenir entonces en la construcción de la realidad.
De todo esto -y más- se habló en un horario central de uno de los canales de televisión más importantes del país. Índice de que algo ha cambiado para bien. Hace tiempo.