Se llamaba Barry Griffiths, tenía 57 años y fue hallado muerto dentro de su casa en Llandrindod Wells, Gales. El caso se resolvió esta semana luego de más de un año de acciones judiciales. 

Fue así: la policía encontró el cadáver de Barry luego de que sus vecinos denunciaran que llevaban varios días sin verlo. Tras una orden, los agentes irrumpieron en el domicilio y lo encontraron muerto sobre su cama, con el vientre inflamado y cubierto de sangre, ya seca. 

La autopsia reveló que el deceso se había producido hacía días antes. ¿Hipótesis descartadas? Asesinato, porque la casa estaba cerrada por dentro, además no había señales de lucha ni indicios de que se hubiera producido un robo. Estaban la computadora, el teléfono, la billetera y otros objetos de la víctima en sus lugares. 

La cocina

Cuando los investigadores ingresaron a la cocina el asunto se aclaró. “El cajón inferior del congelador se había dejado abierto y se había tirado hacia adelante para poder acceder a los alimentos”, declaró el inspector jefe de detectives, de nombre Jonathan Rees. 

Y precisó: “En la superficie de trabajo de la cocina, junto al congelador, había dos hamburguesas crudas, un cuchillo y un paño de cocina”. 

“La herida en el abdomen habría estado aproximadamente a la altura de la superficie de trabajo. Mi hipótesis en ese momento era que el señor Griffiths estaba intentando separar hamburguesas congeladas con un cuchillo”, indicó. 

Conclusiones 

El forense que se ocupó del caso confirmó la teoría del detective; y agregó que el fallecido tenía un uso limitado de un brazo debido a un derrame cerebral que había sufrido tiempo atrás. 

En tanto, el sargento detective Stephen Vaughan, quien visitó el lugar junto a la investigadora de escenas de crimen Elizabeth Nurse, dijo en un primer momento que estaba convencido de que no se trataba de un suicidio. 

Finalmente, el caso se cerró como muerte accidental.