Matanza indiscriminada de mascotas en Ignacio Correa
En el pueblo más de 300 mascotas fallecieron como consecuencia de un envenenador serial. Alguien tira pedazos de alimento con agroquímicos que los animales comen sin saber de la fatalidad. A esos casos se suma la intoxicación de tres personas, dueños de una de las mascotas fallecidas.
Desde noviembre del año pasado hasta ayer fueron envenenadas unas 200 mascotas en Ignacio Correas, un pueblo del centro platense, en el que viven poco mas de cien personas. "Aparecieron otras cinco mascotas muertas, el asesino no se imagina el dolor que le causa a tantas familias, ni tiene en cuenta el riesgo que significa para nuestros niños si llegan a tomar contacto con esa sustancia", señala Simón Petrucci, un vecino que perdió un caballo de 600 kilos en uno de esos ataques.
Esta semana se intoxicaron tres personas que, al estar en contacto con la baba de un animal que había comido un pedazo de carne envenenado, terminaron en el hospital.
Pero esto sucede hace años. Alguien que odia a los animales sale de noche y tira en los espacios públicos albóndigas de carne rebosadas en carbofurano, uno de los pesticidas más tóxicos que se conoce.
"Vivos en la memoria", es algo que se repite a lo largo de la calle principal del pueblo, donde unas 20 fotos de animales constituyen una especie de memorial, monumentos planos con los que se recuerda a los perros y gatos asesinados.
"El veneno que usan es tan potente que podría matar a un chico en unos pocos minutos y esta vez esa sustancia la tiraron muy cerca de la escuela, todos están en riesgo", sostuvo un vecino que lleva contabilizada la muerte de más de 300 animales, muchos de ellos en cadena como los pájaros que murieron por el picoteo del carbofurano y, al ser comidos por un gato, también lo envenenaron. En la lista de víctimas, además de los perros y gatos, hay liebres, comadrejas y aves.
"Si a mi perro que pesaba cerca de 50 kilos el veneno lo mató en 15 minutos, no quiero pensar lo que podría causarle a un niño que toque cualquier cosa del suelo y se lleve la mano a la boca", dice con temor Natalia.