Lo que no dicen las estadísticas: la mitad de los niños argentinos son pobres
Un informe de Planeta Futuro, la iniciativa del diario español El País que pretende contar las distintas formas de violencia contra la infancia en todo el mundo, publicó una investigación sobre lo que ocurre con los chicos que viven en Villa Fiorito, en el sur del conurbano.
La periodista española autora del trabajo, Alejandra Agudo, eligió la localidad dónde nació y se crió Diego Maradona para mostrar la situación de los niños argentinos, mientras el mundo mira por la televisión la fachada que quiere mostrar el Gobierno macrista, experto en recortar presupuesto en educación, infraestructura, saneamiento, salud y alimentación de los argentinos del futuro.
La investigación de El País exhibe datos que asombran y que se escapan de las meras estadística, es decir, que van un poco más allá para interpretar la cruel realidad. La pobreza no sólo golpea a las familias que no llegan a cubrir la canasta básica, tal y como suponen los fríos anuncios. LA pobreza que golpea a los más chicos viene en forma de metales pesados en el agua, de falta de desarrollo cognitivo por la mala alimentación o la imposibilidad de acceder a la educación pública.
"La mitad de los 13 millones de niños argentinos son pobres. Lo son en el sentido más amplio del concepto: les falta algo más que dinero, están privados de algunos de sus más esenciales derechos", describe entre sus primeras conclusiones el trabajo del medio español.
"La situación de la infancia es delicada: 5,2 millones de chicos están situación de pobreza por ingresos, lo que significa que el 40% de todos los menores de edad de Argentina viven en hogares, de cuatro miembros normalmente, donde entran menos de 22.000 pesos al mes (unos 535 euros), que es lo que se necesita para cubrir la canasta básica. Pero si se tienen en cuenta otras privaciones como el acceso a la educación, alimentación saludable, agua potable, ayudas públicas, vivienda digna... hay 6,5 millones de niños y adolescentes pobres. La mitad (del total)", le explica en el texto el especialista en exclusión social de Unicef en nuestro país, Sebastián Waisgrais, a la cronista teniendo en cuenta el cálculo que surge con los datos oficiales del Indec.
"Pero si se tienen en cuenta otras privaciones como el acceso a la educación, alimentación saludable, agua potable, ayudas públicas, vivienda digna... hay 6,5 millones de niños y adolescentes pobres. La mitad", agrega. No es una estimación, es un cálculo basado en datos oficiales de 2018 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) sobre estas cuestiones. Según la Agencia de la ONU para la Infancia en Argentina, padecer solo una de las múltiples privaciones posibles convierte a los niños en pobres.
"En Villa Fiorito concurren muchas de esas pobrezas medibles y otras invisibles, pero hay una que preocupa especialmente a los habitantes de esta ciudad al sur del Gran Buenos Aires adonde los taxis se resisten a llegar: la salud. Más bien, la ausencia de la misma. No hay vecina, maestro o madre con el que se hable que no mencione el tema: los chiquillos tienen plomo en la sangre. Así lo constató un estudio oficial al respecto de Acumar, la entidad pública encargada de la gestión ambiental de la cuenca de Matanza Riachuelo. Aquel informe de 2014 reveló que el 27% de los niños menores de seis años analizados tenían niveles mayores de cinco microgramos por decilitro. El 5% tenía más de 10 microgramos. Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que cualquier presencia, por mínima que sea, supone un riesgo", advierte el informe con la preocupación sobre la disminución de la inteligencia del niño, los problemas de comportamiento y de aprendizaje.
El texto representa un crudo relato de la carencia de derechos básicos a las que se enfrentan estos niño todos días, como la falta de una vivienda digna, la violencia intrafamiliar, la trata de niñas para prostitución, la imposibilidad de estudiar al tener que salir a buscar plata para comer o la realidad de los comedores en las villas. Todo en voz de sus protagonistas, activistas, niños, trabajadores sociales, voluntarios.