La compleja historia de Casandra: embarazó a una amiga para ser mamá
Es complicado, pero muy real. La asistente de Santiago Bal confesó que espera un hijo con una amiga, aunque con el consentimiento de su pareja, Marcelo Poirier. Por tener DNI femenino y ser progenitor biológico, la figura legal que usarán será la de adopción de madre a madre trans. La historia de un amor que venció a los prejuicios, al sida y a la naturaleza.
"Creo que cualquier ser humano piensa en ser madre o padre", analizó Casandra Cash -conocida por trabajar al lado de Santiago Bal- dejando en claro que el amor es lo que mueve a las personas: no sólo los insta a revelarse contra su naturaleza, sino a lanzarse hacia lo desconocido.
Casandra nació como un varón, aunque en un momento dado de su adolescencia tuvo que decidir: "Cuando tenía alrededor de 13 años, mi mamá me dijo '¿a vos te gustan los hombres o las mujeres? Blanco o negro, el gris es una mezcla de colores. Lo que sea, pero sé feliz. Nunca el gris'".
Con aquel sentimiento, a sus 54 años y junto a su pareja Marcelo Poirier -con quien recientemente se comprometió- tomaron la decisión de ser padres.
"Hay dos formas de hacerlo. O me sacaban el esperma a mí y alquilaba un vientre, que sale muchísimo dinero y no estaba dentro de nuestras posibilidades, o me tenía que acostar con una mujer. No quedaba otra", explicó Casandra y agregó que eligió a una amiga: "Lo hablé, ella me dijo que sí. Esto está en proceso de adopción. Es decir, cuando la criatura nazca, ella me la va a dar en adopción. Como tengo documento femenino y para esa fecha voy a estar casada ante la ley, automáticamente paso a ser la mamá y Marcelo pasa a ser el papá".
Ante las dudas, la mediática ahondó sobre la cuestión legal: "Yo voy a ser el padre. Para que sea más claro, la madre se la da en adopción al padre. Sería similar a una cesión de la patria potestad, pero al tener documento femenino y estar casada, paso a ser la madre".
Un tema no menor que preocupaba al momento del anuncio de la noticia, era la situación de enfermedad que padece la futura mamá: "Si es por mí, yo negativicé el virus (del HIV) hace muchos años. El bebé puede nacer sin el HIV, estamos contemplando todo. Y a mi amiga sé que no la contagié porque sé que no tengo drama".
La inclinación sexual natural de Casandra -el hecho de que le gusten los hombres- complicó en algún punto la idea: "No fue fácil. Está más que claro que no me gustan las mujeres… Hubo un trabajo... Muchos años atrás estuve casado dos años con una mujer... Pero ella es una amiga, no tiene hijos, y ya está de dos meses. Corro el riesgo de que se arrepienta y lo quiera criar, llegado el momento tendré que hacer un ADN. Pero no quiero pensar en eso".
La espera de un hijo es un momento tan hermoso que no puede ser empañado por ninguna situación. Y menos aún cuando es fruto del amor verdadero. La sinceridad de Casandra en admitir que aún no pensó en cómo será la maternidad, en el caso prácticamente único que protagoniza, evidencia el impulso descontrolado, esa necesidad de encargarle un nuevo ser a la humanidad.
El valor de encarar un deseo con demasiadas complicaciones legales, psicológicas y sociales sólo puede ser amor.