Lorena Galeano es profesora de una escuela pública de Avellaneda: el secundario Nº 26 de Wilde. Un día, hablando sobre la responsabilidad empresaria durante la dictadura, se topó con la historia de una de sus alumnas, Abigail.

La joven le contó que tenía un tío desaparecido desde 1976, que pertenecía a la comisión interna de la empresa Molinos Río de la Plata. A partir de allí comenzó una investigación a la que se sumaron más hijos de trabajadores de Molinos desaparecidos.

Esa investigación fue presentada ante la Justicia, con una enorme cantidad de documentos, diarios, testimonios y filmaciones, para determinar la responsabilidad empresarial sobre las desapariciones.

En aquel momento, la empresa Molinos pertenecía al gran grupo económico que llegó a ser el principal del país, Bunge & Born, cuya actividad desde 1884 había sido la explotación de cereales y elaboración de productos alimenticios.

Según se detalla en la investigación que lleva adelante el abogado Javier Garín y está en manos de la fiscalía de lesa humanidad de La Plata a cargo de Hernán Schapiro y Gerardo Fernández, la empresa tenía serios conflictos internos con sus trabajadores y estaba dividida.

Lo que se intenta probar es la persecusión que sufrían aquellos trabajadores que generaban una "molestia" para las autoridades privadas, con reclamos gremiales y revueltas internas.

Durante los gobiernos constitucionales de Héctor Cámpora y de Juan Domingo Perón dicha empresa se hallaba en un doble conflicto: político y sindical. De hecho, el mismo Perón la había denunciado por el "desabastecimiento" intencional de productos durante su mandato.

En ese contexto, los propios trabajadores ingresan al conflicto de los Born con el peronismo asumiendo un rol de defensa de las “políticas del gobierno popular”. Organizan “brigadas de control de precios” y denuncian ante el Ministerio de Trabajo el acopio de alimentos por parte de Molinos, un hecho que quedó documentado en 1973.

Uno de los documentos más importantes que aportan en ese sentido son los testimonios de algunos trabajadores que más tarde iban a ser desaparecidos.

El secuestro de los Born es otro de los ejes del conflicto. Juan y Jorge Born eran el gerente y director general del conglomerado cerealero. El 19 de septiembre de 1974 fueron secuestrados en una acción que se adjudicó Montoneros.

Como rescate, se pidió en su momento un millón de dólares en mercadería que fue repartida en barrios pobres de la zona, hecho que también está probado en la investigación.

Dos de los que repartieron esa mercadería, fueron dos empleados de la empresa, que luego fueron apuntados como los peores enemigos de la firma.

La denuncia señala en un momento que los trabajadores desaparecidos eran de hecho “militantes y activistas gremiales y/o políticos combativos, de quienes el propio señor Juan Born dirá, al declarar en ‘juicio popular’ durante su secuestro, que le resultaba muy dificultoso o imposible llegar a acuerdos”.

El testimonio más importante es de uno de los trabajadores secuestrados que pudo escapar de uno de los camiones. En su testimonio cuenta de un libro con una lista de trabajadores de la firma, que luego fueron desaparecidos. Esto permitió recrear en parte lo sucedido y poner al grupo económico en la mira.