El Gobierno porteño clausuró la milonga más famosa y tradicional
La milonga más tradicional y emblemática de la Ciudad, famosa en todo el mundo, Sunderland, fue clausurada por el Gobierno de la Ciudad, y no pudo abrir anoche tal como lo hace desde 1919.
El organizador, Jorge Rodríguez, explicó que tuvieron "una inspección el pasado sábado, a las 2, y allí le exigieron el montaje de un sistema de mangueras antincendio, tal cual lo exigen nuevas normas de seguridad", lo que puede extender la suspensión del tradicional baile "mucho más allá de unas semanas, pese a que el próximo domingo se debe votar en el club".
Para poder abrir anoche los dueños del club y de la milonga hicieron gestiones ante el gobierno porteño pero como no hubo acuerdo, no pudieron abrir ante lo cual analizan presentar "un recurso de amparo para que les permitan trabajar, como hasta ahora con matafuegos", para sostener la actividad.
"La clausura -dijo Rodríguez a Télam- afectó a todas las actividades del club", quien precisó que durante el día "allí se practica fútbol, básquet, patinaje y taekwondo", en tanto que el restaurante -tipo bodegón de barrio- y el salón de fiesta del primer piso, no fueron afectados.
Por la milonga que ahora se llama Malena, numerosos turistas que llegan a la ciudad la visitan al menos una noche ya que fue el lugar donde renació este arte en los años 90 cuando se hicieron famosos los bailarines de la obra de teatro Tango Argentino que recorrió el mundo.
Cuando el tango fue dejado de lado en los 60 y 70 los vecinos del barrio porteño de Villa Urquiza volvieron a reunirse allí, los sábados a la noche, para cenar y bailar entre amigos, por lo que luego se convirtió en el reservorio de donde salieron milongueros como Miguel Ángel y Osvaldo Zotto, Gloria y Eduardo y otros tantos que dieron varias vueltas al mundo con el 2 x 4.
Desde los años 90, cuando renace el tango por el impacto que produjo Tango Argentino en Europa, Estados Unidos y Oriente, Sunderland se convirtió en un lugar de culto al que quieren conocer todos los milongueros del resto del mundo y se puede afirmar que ningún turista que viene a la ciudad a perfeccionar o bailar tango, deja de ir a ese salón.
El lugar es un típico club de barrio con una cancha de básquet con piso de mosaico y un tinglado en el que los fines de semana, y solo a la noche, se colocan mesas con manteles y sus respectivas sillas, por lo que no tiene casi elementos inflamables.
Sunderland es "un primo mayor" del club Sin Rumbo, también clausurado hace menos de un mes por el gobierno de la ciudad, en este caso por cuestiones burocráticas, no infraestructurales, ambos de Villa Urquiza, quienes junto al Glorias Argentinas de Mataderos mantuvieron vivo al tango en los 60 y 70.
Pero Sunderland y Sin Rumbo tienen la característica esencial de sostener el estilo de tango "Villa Urquiza", con su caminada exquisita, pura elegancia, en estricto tiempo musical, en oposición a los firuletes que venían más del sur de la ciudad, también muy admirados.
Carlos Pérez, conocido en el ambiente como Carlitos, el profesor de tango más prestigioso de la ciudad, al punto de que sus alumnos siempre disputan el Campeonato Mundial de Tango que se hace todos los años en Agosto, calculó que tanto en las clases como en la milonga "el 50 % de la gente que viene, son extranjeros".
El milonguero dijo que va a ese club "desde los años 50" y recordó que solo dejaron de ir con su esposa Rosita, cuando se casaron porque era habitual que al contraer nupcias, en aquella época, se dejara de lado la diversión.
Rodríguez, en tanto, reveló que el club pretendía iniciar una obra de gran envergadura para agregarle otro piso y revestir con madera la pista de los sábados que puede seguir siendo usada como cancha de básquet, pero ahora todo se va a parar hasta que se sepa que ocurre la clausura.
"Esta semana -adelantó el padre del famoso bailarín Javier Rodríguez- habrá conversaciones con un juez para intentar levantar la clausura, con el uso de matafuegos, para que la actividad del club se mantengan".
Sunderland tiene en esta época de temporada baja, menos de 150 asistentes, cada sábado, en tanto que en temporada alta llegan a 400 visitantes de los que la mitad son extranjeros.