Cámaras de seguridad fortalecen la hipótesis del fuego intencional
Las filmaciones de las cámaras de seguridad, que son las únicas pruebas del inicio del incendio que destruyó las instalaciones del depósito, permiten concluir que el fuego fue intencional.
Luego del estudio inicial de las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad ubicadas en los pasillos del depósito de Iron Mountain en Barracas, especialistas llegaron a la conclusión de que existieron entre tres y cuarto focos de incendio, distanciados uno del otro, lo cual hace pensar que no se trata de un accidente sino de un estrago intencional.
Tal como había declarado públicamente el secretario de Seguridad, Sergio Berni, las filmaciones, que no fueron afectadas ya que quedaron registradas en computadoras externas al edificio, muestran claramente las evidencias.
En esta misma línea pueden interpretarse las declaraciones ante la fiscal Marcela Sánchez de cinco empleados que explicaron que el tablero disparó una alerta, primero en un lugar y luego en otro. Dos empleados, Oscar Godoy de seguridad, y Noemí Moya de limpieza, constataron que no había fuego después de la primera alerta del tablero, y luego de la segunda alarma en otro sector, volvieron a verificar, y esta vez sí vieron llamas. Inmediatamente junto con otros tres empleados, Javier Márquez Flores, Pablo Celedón y Mario Guanco, trataron de apagar los focos con los matafuegos.
Pero las imágenes de las cámaras –– marcan evidencias que van en el sentido de lo que A esto se agrega un interrogante: ¿por qué la fiscal no allanó hasta ahora las oficinas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? Allí están las respuestas sobre las habilitaciones e inspecciones de un depósito que no debió funcionar porque, como lamentablemente se vio, no tenía estructura para hacerlo: en media hora colapsó.
Asimismo a través de las imágenes se puede interpretar que el presunto autor del sabotaje conocía la ubicación de las cámaras pues no aparece en ninguna imagen.En relación a la metodología la hipótesis es la utilización de un solvente, kerosén o nafta, y luego un fósforo, para llegar a prender de forma rápida grandes volúmenes de papel. No obstante, resultará casi imposible probar qué combustible se usó teniendo en cuenta que no hay evidencias al respecto.
El abogado Arce Ageo manifiesta que no puede ser casualidad que en una empresa tan sofisticada, la mayor del mundo en la materia, no hayan funcionado los aspersores o que existiera poca presión en las mangueras de agua. Es más, parece probado que el tanque de agua estaba vacío, lo que desde ya dejaba inhabilitado todo el sistema. Además desde la Fiscalía, informaron oficialmente que todos los trabajadores testigos coincidieron en que los aspersores no funcionaron.
Algo similar ocurrió en julio 2006 en un depósito de Iron Mountain en Londres. Al respecto un informe del la London Fire indica que “las llamas pudieron haberse iniciado por la participación de una acción humana directa”, y que “falló el sistema de rociadores porque fue inhabilitado”.
En ese caso se utilizaron dos formas de sabotaje: se usó llama para poner en marcha el fuego y se anularon los sistemas antiincendio. Arce Ageo mencionó esta semana, en diálogo con Radio del Plata, que hubo “un agente provocador”.