Ya venía con los ánimos caldeados la mujer cuando increpó a los pasajeros del 2 que circulaba a esa hora bastante cargado, con el reclamo de un pedido que escondía un insulto: “No sean imbéciles, él tiene que arrimar al cordón”.

Pero cuando vio que mientras hablaba exaltada había un celular que la grababa -ella supuso que le sacaban fotos, resabios de otra época- estalló todo.

Se lanzó a las trompadas contra el dueño de celular y se hundió en un mar de insultos generalizados. Como un tiburón nadando en aguas profundas, en un momento vio una nueva presa y allí enfocó todas sus fuerzas, sacando un golpe de revés contra el colectivero, quien se cubrió y le dijo de todo, entre ello el sensacional “¿quién sos, mi vieja?”.