Es por todas estas cosas que Diario Registrado habló con Valeria Wasinger, integrante de la ONG Las Casildas, quien explicó cómo denunciar estos episodios, cual es el marco legal y que hay que hacer para aportar nuestro granito de arena para comenzar a erradicar estas prácticas.

¿Qué se entiende por violencia obstétrica?¿qué tipo de consecuencias puede tener en la madre y su hijo?¿en qué ámbitos y practicas sucede?

La violencia obstétrica está tipificada dentro de la ley 26.485 (Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales) como una de las formas de violencia hacia la mujer. Constituye violencia obstétrica el trato deshumanizado que recibe una mujer en el proceso de gestación, parto y post parto como así también en una situación post aborto. El abuso de medicalización, intervenciones y la patologización de los procesos naturales, la infantilización de la mujer que la coloca en un lugar en el que pierde su autonomía y capacidad para decidir sobre su propio cuerpo. Todo esto se ve traducido en la práctica en situaciones que se viven sistemáticamente dentro del ámbito de salud (ya sea público o privado) como pueden ser: impedir a la mujer que esté acompañada por la persona que elija, que no se respeten los tiempos fisiológicos del parto y éste sea “acelerado” por medio de diferentes técnicas y/o intervenciones, que no sea informada de las intervenciones que se le realizan a ella y a su hijo/a, que no se le permita tener libertad de movimiento y elegir cuál es la posición más cómoda para ella para parir, que se le realicen tactos vaginales frecuentes, que se le practique una cesárea innecesaria existiendo las condiciones para que el parto sea vaginal, que se le impida tener contacto inmediato con su hijo/a cuando no hay una cuestión de salud que lo amerite, el maltrato verbal y psicológico por parte de cualquier persona del equipo de salud. En el caso de mujeres que cursan un aborto, constituye violencia también el trato no respetuoso,  no mantener y respetar la confidencialidad de la situación.
Más allá de que la mayoría de los partos y nacimientos se desarrollan dentro del sistema público y privado de salud, la violencia no está exenta tampoco en la atención de partos domiciliarios por ejemplo.

Más allá de las marcas físicas y visibles que pueden quedar a raíz del tipo de violencia sufrida como pueden ser por ejemplo las originadas por una episiotomía (corte en la vagina), que es una práctica totalmente estandarizada y que muchas veces deja a la mujer  con secuelas que le impiden tener relaciones sexuales disfrutables por ejemplo, el trato deshumanizante recibido y la sensación de no haber sido protagonistas de su propio parto, de no haber podido elegir lo que querían para ellas y sus hijos/as es algo presente en todas las mujeres que han sido violentadas y perdura durante mucho tiempo después de haber parido. Esto también puede impactar mucho en el vínculo posterior con el hijo/a y obviamente en la vida sexual de la mujer y su pareja.

¿Cómo se puede hacer una denuncia?¿La población está debidamente informada sobre este tipo de violencia?

Actualmente la manera de denunciar es a través de formularios que creó la CONSAVIG (Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género), movilizada por la preocupación y el pedido que le presentamos desde Las Casildas al recibir tantos testimonios de mujeres que han sufrido violencia obstétrica y con la necesidad de poder contar con una herramienta para poder vehiculizarlos. Estos formularios que pueden descargarse de la página del Ministerio de Justicia y DDHH, de la CONSAVIG, de Las Casildas y de otras agrupaciones de mujeres que trabajan en la temática, son presentados en la institución (pública o privada) donde se produjeron los hechos denunciados y  con copia a la Defensoría del Pueblo y al INADI. Si bien no existe una penalidad, lo que se busca a través del mecanismo de la denuncia es poder activar para este tipo de violencia se desnaturalice y que se puedan repensar las prácticas y la atención del parto y nacimiento y elaborar estrategias para difundir, concientizar y erradicar la violencia obstétrica.

En general, las mujeres quieren denunciar porque sienten que es la única manera de que esto no siga pasando, que no le suceda a otra. Es por ella sí, quien sufrió la violencia pero también por las demás mujeres.

En cuanto a la información si bien existe desde el año 2004 una ley de Derechos de Padres e Hijos durante el proceso de nacimiento (Nº 25.929), que aún no fue reglamentada pero que debería ser de pleno cumplimiento, la realidad es que muchas mujeres y familias como así también profesionales de la salud la desconocen. Esta ley especifica cuáles son los derechos de las mujeres durante el proceso de gestación, parto y posparto y también los de los/as niños/as al momento del nacimiento.
La información es clave porque es lo que da la posibilidad de elegir libremente. Si tengo toda la información realmente puedo elegir y es una manera de apropiarme como mujer de este proceso que es mío al igual que mi cuerpo, por ende debería poder ser yo quien decida sobre eso y no otro (médico/a, institución, sistema de salud…) Es importante saber que tanto esta ley (25929) y la 24685 hablan de derechos y consideran la violencia obstétrica como un tipo de violencia. Estamos amparadas por esas leyes.

¿Cómo puede prevenirse?¿quiénes son los que pueden controlar estas irregularidades?¿hay planes o programas para concientizar?

Nosotras trabajamos muy fuerte desde Las Casildas justamente para difundir y concientizar acerca de qué es la violencia obstétrica, de derribar la naturalización de la violencia. Creemos que la clave está ahí, en hablar, en informarse. Que las mujeres no nos quedemos con que es algo que me pasó “a mí sola”, que “mi bebé/a está bien y eso es lo que importa”. No. No está bien. No es lo “normal” que te maltraten y te roben el parto. Se previene sacándolo a la luz. Hablando de esto. Poniéndole el nombre que corresponde: VIOLENCIA. Asumiendo que somos nosotros/as como padres y madres que tenemos que apropiarnos de nuestros derechos y hacerlos valer. Conocer las leyes, exigir su cumplimiento.
Por el momento no hay planes o programas formales para concientizar acerca de la violencia obstétrica específicamente, gran parte del trabajo es generado a través de mujeres que militan (como nosotras desde Las Casildas) y movilizan la información a través de diferentes actividades y campañas. La semana pasada fue la Semana Mundial del Parto Respetado y como todos los años es una gran oportunidad para hablar acerca de qué es un parto respetado y qué es la violencia obstétrica. Informar y difundir. Creemos que es un tema que va tomando cada vez mayor relevancia y al que poco a poco se le da más espacio de difusión. Tener una semana al año para hablar del parto respetado es poco pero es también una gran oportunidad para llegar a todos lados con el tema. Cada vez más instituciones de salud realizan actividades de difusión y concientización durante esta semana. Eso es buenísimo.

Desde cada institución se debería velar para que la atención hacia una mujer, su hijo/a y su familia durante este proceso sea respetuosa. Si bien no hay un órgano específico que controle que la ley 25929 se cumpla,  a través del trabajo conjunto de ongs de mujeres y la CONSAVIG, por ejemplo se trabaja fuerte para que el tema sea atendido.

¿Cuál es la importancia de las ONG´S en estos casos?¿Cuál es el rol que debería tener el Estado?

Las ong y movimientos de mujeres son vitales en este trabajo porque en general son los lugares a los que primero acuden las mujeres que han sufrido violencia, somos quienes estamos en el contacto cotidiano con ellas, que sabemos qué les pasa, cómo se sienten y nos movilizamos para que se pueda hacer algo con eso, que no quede en la nada. Mucho de los avances de los últimos años en cuanto a todo aquello que tiene que ver con el parto respetado y la violencia obstétrica (leyes, denuncias, difusión, etc) tiene que ver con el trabajo que venimos haciendo las mujeres que nos organizamos para exigir que se cumplan nuestros derechos, que podamos decidir sobre nuestros cuerpos y ciclos vitales. Nosotras desde Las Casildas hemos hecho campañas gráficas y  audiovisuales sobre el tema, y este año por ejemplo, decidimos hablar del parto respetado y la violencia obstétrica a través de una herramienta poderosa como es el teatro. Estamos presentando una obra llamada Parir(NOS) donde está el testimonio de 4 mujeres que han tenido 4 historias diferentes de partos. Sentimos que a través de esta modalidad podemos llegar a mucha más gente, darle más difusión al tema.
El rol del Estado debería ser justamente el de velar porque las leyes que están se cumplan, de activar los dispositivos de denuncias  y darles seguimiento y resolución a las mismas, de controlar y asegurar que el sistema de salud funcione en beneficio de las/os usuarios/as y no en favor de otros intereses. Todavía no hay una “estructura” pensada desde el Estado como para poder abordar esto en toda su complejidad pero se está trabajando. Es difícil pero no imposible. Y además, el Estado somos todos/as, es decir que cada uno/a con diferentes niveles de responsabilidad claramente, tiene que contribuir a este trabajo.


¿Hay estadísticas actuales? En el caso de haberlas, ¿se sabe cuales los sectores a los que más afectan estas prácticas?

Estadísticas específicas sobre Violencia Obstétrica no existen. Si hay por ejemplo de qué cantidad de partos vaginales y de cesáreas hay, pero no de prácticas como la episiotomía, el uso de oxitocina para inducir el parto, maniobra de Kristeller, separación de membranas, uso de anestesia peridural, etc. De este tipo de intervenciones que son las que suelen estar sistematizadas en la práctica cotidiana y que tienen que ver muchas veces con situaciones violentas, en cómo se “resuelve” el parto (por qué vía, si vaginal o cesárea) o con la capacidad de elegirlas o no (como el uso de la anestesia por ejemplo) no hay estadísticas circulando. En el caso de la gran incidencia de cesáreas que se registran, el porcentaje es un claro indicador de que en muchísimos casos no se trata de una intervención estrictamente necesaria o por causas que lo ameriten. La OMS habla de un porcentaje menor al 15% y en nuestro país dentro del ámbito público esa cifra se ve superada en un promedio del 25% y en el caso de la atención privada las cifras son aún mayores, llegando a pasar ampliamente el 50% de los nacimientos por cesárea, tendencia preocupante que continua en aumento, algo muy significativo. Creo que el denunciar también va a contribuir a poder hacer estadísticas más fiables de estas prácticas no recomendadas y de las que no hay números formales.
La violencia obstétrica excede el ámbito específico donde se desarrolla la atención del parto y nacimiento. Dentro de la salud pública es frecuente por ejemplo que las mujeres que así lo desean no puedan acceder a la anestesia peridural  por una cuestión de costos. En el ámbito privado, el factor dinero adquiere otra relevancia, y como justamente “el tiempo es dinero” esperar los tiempos naturales y fisiológicos de un trabajo de parto y parto con las horas que esto lleva, no son una posibilidad. El maltrato y la violencia creo tiene que ver también con una concepción verticalista y jerarquizada de la atención médica, donde hay uno/a que sabe (el/la médico/a), y eso es indiscutible y alguien que tiene que aceptar ese saber  como válido. Cambiar la mirada en esto es fundamental. Una mujer sana, embarazada y que va a parir a su hijo/a no es una enferma y no debería ser tratada como tal.

Mas información en: www.lascasildas.com.ar