Uno de los actores porno más famosos contó la historia de su hija trans
El famoso actor español contó cómo fue el proceso de reconocer el cambio de identidad y género que decidió su pequeña hija, ahora llamada Violeta, pero que nació con genitales masculinos.
Una de las estrellas porno masculinas más reconocidas en la industria, Nacho Vidal, reveló la historia de su hija más pequeña que nació hace nueve años, y que decidió cambiarse de sexo.
Nació como Nacho Jr., pero nunca se reconoció como varón: desde hace un tiempo ha decidido llamarse Violeta y su padre compartió una carta en la que celebra su decisión y acompaña el proceso de cambio de género.
Vidal contó que desde pequeño, corría diferente a los demás niños, prefería jugar con muñecas y elegía jugar con tacos y faldas. Primero descartaron su homosexualidad, y después gracias a la propia manifestación de autonomía de Violeta, entendieron que se trataba de una niña en el cuerpo de un niño.
"Pasaron los años y, un día, tu mamá y tú visteis un documental en la televisión en el que salía una niña transexual. Cuando terminó, le dijiste a tu madre que eso era lo mismo que te pasaba a ti. Ella te preguntó qué querías decir con eso, y tú respondiste que lo mismo que le pasaba a esa niña de la televisión era lo que te sucedía a ti. Que eras una niña que había nacido con el cuerpo de un niño. Ahí saltaron todas las alarmas; tu madre me llamó, me dijo que tú querías hablar conmigo, y tú me dijiste que no querías vestirte más como un niño, porque eras una niña. Tenías solo 6 años", reveló la estrella española porno.
La carta completa:
“Querida hija:
Te escribo esta carta para que sepas, de mi puño y letra, lo que siento y lo que pienso sobre ti, Violeta. Recuerdo perfectamente el día en que naciste: estábamos en casa de mi gran amigo Miguel Bosé, pasando unos días con tu madre, y de repente quisiste salir. Eras ochomesina, por lo que resultaba bastante peligroso (al parecer, es mucho más delicado que nacer sietemesina).
Al nacer, te tuvimos en una incubadora, y mamá no paraba de llorar porque no podía tocarte. Al final, por fortuna, todo salió muy bien y creciste normal, como cualquier niña. O como cualquier niño, pues por aquel entonces todos pensamos que habíamos tenido un niño y te llamábamos Nacho, como yo. Con el tiempo nos dimos cuenta de que eras una persona muy fina, muy sensible; corrías diferente a los niños, hablabas diferente, te gustaban las cosas diferentes a las que hacían los niños. No te gustaban las pelotas, sino las muñecas; no te gustaban las zapatillas, sino los tacones; no te gustaban los pantalones, sino las faldas. Por aquel entonces, llegué a pensar que tenía un niño y que posiblemente sería homosexual, pero nunca se me cruzó por la cabeza que podías ser una niña.
Pasaron los años y, un día, tu mamá y tú visteis un documental en la televisión en el que salía una niña transexual. Cuando terminó, le dijiste a tu madre que eso era lo mismo que te pasaba a ti. Ella te preguntó qué querías decir con eso, y tú respondiste que lo mismo que le pasaba a esa niña de la televisión era lo que te sucedía a ti. Que eras una niña que había nacido con el cuerpo de un niño. Ahí saltaron todas las alarmas; tu madre me llamó, me dijo que tú querías hablar conmigo, y tú me dijiste que no querías vestirte más como un niño, porque eras una niña.
Tenías solo 6 años.
En ese momento me di un tortazo de realidad y entendí lo que estaba pasando. Automáticamente, te dije que al otro día iríamos a comprar toda la ropa que quisieras, para cambiar tu armario de niño a niña. Con mucho miedo, claro, porque vivimos en una sociedad que no tolera, que no respeta ni empatiza; una sociedad que no entiende esta situación… y yo, con ese miedo a que te pudiera pasar algo, a que te hicieran daño, a que lo pudieras pasar mal.