Jennifer Miles estaba en una videoconferencia trabajando desde su casa como muchos en tiempos de coronavirus.

Pero ella quiso ir al baño mientras participaba de la videollamada que incluía a 10 personas que fueron involuntarios testigos de la situación. 

Cuando la joven se percató de la situación, rápidamente apagó la conexión y desapareció de la videollamada.

Muchos de los testigos comenzaron a reírse y ponerse incómodos hasta que la líder del grupo preguntó qué estaba pasando.

“Oh, Dios mío, Jennifer”, dijo un compañero, mientras que otro señaló: “Yo no vi nada”.