Alberto Fernández es un cadáver político y pegarle en el suelo tiene tanto de saña como de malevolencia.

Pero además reírse de sus andanzas sexuales -reales o ficticias- es propia de la mesa de un bar más que de un estudio de televisión.

Para Jonatan Viale no parece haber demasiada diferencia entre ambos porque contó lo que supuestamente sabe entre risas y bromas.

El tema es suficientemente importante -la investigación de fondo es por la supuesta corrupción en la contratación de seguros en su gobierno- como para burlarse de Alberto Fernández, pero Viale -un asiduo visitante a Olivos para reunirse con Milei- prefiere el escándalo como forma de comunicación.