Que yo llegue a un evento a la hora a la que me comprometí y tenga el celular con batería es casi un imposible. Todo, sacando las medias de nylon medio corridas y la sensación de que se me corrían más aún durante el viaje en taxi, operaba para pasar una noche relajada. El clima era ideal.



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-Buscá el Museo de Malvinas. Es atrás. Re al fondo. Juana Molina empezó a tocar.



-Ok. Ya peregrino. ¿Lo pusieron tan al fondo para que la gente sienta que camina hasta las Islas? No llego más. La Esma está hermosa y estalla de gente. Nunca pensé que iba a escribir esa línea. Ya veo el lago del Museo. ¿Dónde estás?



-Como primera medida meté las patas adentro del agua. Yo te voy a buscar al borde.



-Pará, es demasiado romántico y confuso conocer a alguien con los pies en el agua y una luz rosa iluminándonos. Me estresa.



Mentira, no me estresaba en absoluto. Más bien me parecía lo mejor que me había pasado en el fin de semana. Rápidamente divisé al chico que se alejaba de la multitud y se acercaba al borde del piletón con un celular encendido en la mano proyectando luz sobre su frente. Me agarró la mano y me dijo "Vení, vamos más al centro". Yo ya me había descalzado y metido los pies con medias y todo dentro del lago que representa el océano atlántico en las afueras del Museo de Malvinas, inaugurado este año dentro de lo que fue la Escuela de Mecánica de la Armada. El agua nos llegaba hasta un poco más arriba de los tobillos. Juana cantaba sus canciones de transe campestre. Creo que hice alguna crítica estúpida de las mías como para romper el hielo y hacerme la cínica simpática, algo así como que ella dejó toda la euforia y gracia en los videos de "Juana y sus Hermanas" y ahora le quedó este humor un poco depre que explota artísticamente con la música. Al rato giré sobre mí misma y miré a mi alrededor... la autopista, el lago, la bandera argentina, la luz fuscia bañando nuestras cabezas. La gente bailaba dentro del piletón y algunos, parados sobre las rocas del centro que tienen la forma de las Islas. Todo era hermoso.



-Vos sos k, ¿no?-  le pregunté a mi acompañante.



-Sí, absolutamente- contestó él.



-Menos mal, porque te iba a decir que qué groso es el kirchnerismo y si no compartías el comentario iba a sentir que eras un tarado- le dije aliviada y el rubio se rió y me contó que si bien siempre votó K, se volcò totalmente después de la 125.



Es un poco drástico sostener que quien no es kirchnerista es un idiota. Pero me animo a decir que no reconocer el avance cultural de este gobierno es tener, al menos, serios problemas de negación. La recuperación de ese territorio y la madurez de esa recuperación evidencian un cambio de corte histórico crucial. Que algunos aún no puedan ver que entre tanto este proyecto nos deja una Ex Esma llena de jóvenes y música y poesía, una Ex Esma llena de amor y alegría, me apena. Y no es solo ese espacio, es también Tecnopolis, el canal Encuentro, Paka Paka...



Me contaron que durante la Noche de los Museos Cristina sobrevoló el predio en helicóptero y dijo: "Todo muy lindo, todo muy lindo, pero el contorno de las Islas no estaba bien iluminado". Tremenda ella como siempre. Detallista y exigente. Su mínima objeción habla muy bien de la labor de todos los que trabajan hoy ahí porque fue una noche perfecta. En un lugar recuperado para la memoria. Y realmente se ha vuelto memorable. Andá a olvidarte vos de ver un recital con los pies metidos en una pileta inmensa, llena de jóvenes bailando y disfrutando en un espacio que fue escenario de tortura para generaciones pasadas. Ojalá nada de esto se pierda, ojalá sigamos recuperando territorios y podamos seguir soñando y llevando cada vez más alta la vara de esos sueños hasta un día bailar sobre la tierra de las Islas de verdad. Ojalá podamos siempre seguir siendo tan exigentes y exagerados con lo que deseamos.